Los
rayos del sol se filtraban entre la fina capa de nubes altas y medias de desarrollo
vertical, cuando Los Dalton Buidaolles acudían, como cada mañana de viernes, a
almorzar a Berlanga-Bar, un local que se encuentra en el distrito de Benimaclet,
cuyo barrio, con el mismo nombre, fue municipio hasta finales del siglo XIX, en
que se unió a la Capital como pedanía, pasando a ser distrito en el año 1972.
Su origen se encuentra en su propio nombre, que significa “alquería andalusí”. En las últimas décadas, lo que fue el pueblo
rodeado de huerta, ha crecido considerablemente en construcciones, habitantes y
con la propia instalación de la Universidad Politécnica.
En
la tibia mañana daba gusto pasear o hacer unos cuantos kilómetros en bicicleta;
una buena opción para dirigirse al mencionado establecimiento, pues el
aparcamiento en las inmediaciones hubiera sido misión imposible a esa hora de
la mañana en la que coches y personas se movían por doquier cual nerviosas
hormigas antes de que se avecine un chaparrón. Más que chaparrón, gota fría la
que durante el fin de semana, literalmente hablando, inundó la Ciudad del Turia
y una gran parte de su región.
Pero
además, el huracán en la prensa del día era, más bien, la noticia de que Pedro
Sánchez había conseguido ganar la moción de censura contra Mariano Rajoy. Este
y su equipo de ministros tendría que abandonar el Gobierno en el plazo de 48
horas. Pedro Sánchez había contado con los apoyos de grupos independentistas y
anticapitalistas para ocupar el poder. La incertidumbre por la estabilidad de
la economía y de la unión territorial, formaba parte de las preocupaciones de
una mayoría de los españoles que, no obstante, eran conscientes de la
corrupción de algunos dirigentes del Partido Popular sentenciada por los jueces,
lo cual propició su expulsión del gobierno de la nación. Sin embargo, el no
saber qué servidumbres tendría que pagar el nuevo Gobierno para tener contentos
a todos los colectivos que formaban la mayoría absoluta del arco electoral,
inquietaba sobremanera a los ciudadanos.
Esta noticia y la de la dimisión
de Zinedine Zidane como entrenador del Real Madrid, después de haber ganado
tres copas de Europa, fueron los temas principales de la tertulia durante el
almuerzo en el Berlanga-Bar, en el que las posturas políticas estaban muy encontradas
entre quienes pensaban que se había producido un “aquelarre político” y la de quienes estaban satisfechos con el
insólito pacto.
El Berlanga-bar es un establecimiento en el que lo mejor es su amplia
terraza a la sombra y a cubierta de cualquier corriente de aire. No se puede
decir lo mismo de la calidad de sus productos. Aunque algunos Buidaolles
estuvieron satisfechos con el bocadillo que les tocó en suerte - como el que
puede observarse de chipirones -, otros se quejaban una vez más del pan; pues
este daba la sensación de estar acartonado, a pesar de ser reciente y no
ofrecer gran resistencia a caninos e incisivos. El relleno podemos decir que es
aceptable, salvo el de pechugas de pollo en salsa que paraba reseco y poco atractivo
al paladar.
Otra anécdota digna de mención fue el hecho de que la mayoría de los
clientes que estaban ese día en la terraza recibieron gambas a la plancha sin
haberlas pedido, aunque solo fuera a través del olfato; pues los humos del
extractor que desembocaba frente a las mesas, llevaban, cual reclamo
publicitario, el aroma de las mismas hasta la pituitaria de propios y extraños.
Un detalle que devalúa el establecimiento y denota su falta de confort.
El servicio de camareros vestidos
de negro; o mejor dicho, de camareras regentadas por el único hombre,
supuestamente, el dueño del negocio, es eficiente y solícito. Un local más en
el que el reclamo principal parece ser el ejército de mujeres jóvenes al
servicio de una clientela mayoritariamente masculina.
Destacar también, que el cremaet que sirven en este local está bien
hecho y con su justa medida de azúcar y alcohol, aunque esto esté en función de
los gustos. Por último, en lo que al precio se refiere, hay que decir que es
bastante aceptable.
A pesar de las discrepancias en
los debates políticos, Los Buidaolles siguen siendo compañeros y, sin embargo,
amigos que comparten noches de actuaciones de blues y viajes de fines de semana,
como el programado para el próximo a la zona del Delta del Ebro en Tarragona.
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