viernes, 1 de junio de 2018

Berlanga-Bar, calle de Dolores Marqués, 24, Valencia. (01-06-2018)




            Los rayos del sol se filtraban entre la fina capa de nubes altas y medias de desarrollo vertical, cuando Los Dalton Buidaolles acudían, como cada mañana de viernes, a almorzar a Berlanga-Bar, un local que se encuentra en el distrito de Benimaclet, cuyo barrio, con el mismo nombre, fue municipio hasta finales del siglo XIX, en que se unió a la Capital como pedanía, pasando a ser distrito en el año 1972. Su origen se encuentra en su propio nombre, que significa “alquería andalusí”. En las últimas décadas, lo que fue el pueblo rodeado de huerta, ha crecido considerablemente en construcciones, habitantes y con la propia instalación de la Universidad Politécnica. 


            En la tibia mañana daba gusto pasear o hacer unos cuantos kilómetros en bicicleta; una buena opción para dirigirse al mencionado establecimiento, pues el aparcamiento en las inmediaciones hubiera sido misión imposible a esa hora de la mañana en la que coches y personas se movían por doquier cual nerviosas hormigas antes de que se avecine un chaparrón. Más que chaparrón, gota fría la que durante el fin de semana, literalmente hablando, inundó la Ciudad del Turia y una gran parte de su región.


            Pero además, el huracán en la prensa del día era, más bien, la noticia de que Pedro Sánchez había conseguido ganar la moción de censura contra Mariano Rajoy. Este y su equipo de ministros tendría que abandonar el Gobierno en el plazo de 48 horas. Pedro Sánchez había contado con los apoyos de grupos independentistas y anticapitalistas para ocupar el poder. La incertidumbre por la estabilidad de la economía y de la unión territorial, formaba parte de las preocupaciones de una mayoría de los españoles que, no obstante, eran conscientes de la corrupción de algunos dirigentes del Partido Popular sentenciada por los jueces, lo cual propició su expulsión del gobierno de la nación. Sin embargo, el no saber qué servidumbres tendría que pagar el nuevo Gobierno para tener contentos a todos los colectivos que formaban la mayoría absoluta del arco electoral, inquietaba sobremanera a los ciudadanos.   



Esta noticia y la de la dimisión de Zinedine Zidane como entrenador del Real Madrid, después de haber ganado tres copas de Europa, fueron los temas principales de la tertulia durante el almuerzo en el Berlanga-Bar, en el que las posturas políticas estaban muy encontradas entre quienes pensaban que se había producido un “aquelarre político” y la de quienes estaban satisfechos con el insólito pacto.


El Berlanga-bar es un establecimiento en el que lo mejor es su amplia terraza a la sombra y a cubierta de cualquier corriente de aire. No se puede decir lo mismo de la calidad de sus productos. Aunque algunos Buidaolles estuvieron satisfechos con el bocadillo que les tocó en suerte - como el que puede observarse de chipirones -, otros se quejaban una vez más del pan; pues este daba la sensación de estar acartonado, a pesar de ser reciente y no ofrecer gran resistencia a caninos e incisivos. El relleno podemos decir que es aceptable, salvo el de pechugas de pollo en salsa que paraba reseco y poco atractivo al paladar.


Otra anécdota digna de mención fue el hecho de que la mayoría de los clientes que estaban ese día en la terraza recibieron gambas a la plancha sin haberlas pedido, aunque solo fuera a través del olfato; pues los humos del extractor que desembocaba frente a las mesas, llevaban, cual reclamo publicitario, el aroma de las mismas hasta la pituitaria de propios y extraños. Un detalle que devalúa el establecimiento y denota su falta de confort. 


El servicio de camareros vestidos de negro; o mejor dicho, de camareras regentadas por el único hombre, supuestamente, el dueño del negocio, es eficiente y solícito. Un local más en el que el reclamo principal parece ser el ejército de mujeres jóvenes al servicio de una clientela mayoritariamente masculina. 


Destacar también, que el cremaet que sirven en este local está bien hecho y con su justa medida de azúcar y alcohol, aunque esto esté en función de los gustos. Por último, en lo que al precio se refiere, hay que decir que es bastante aceptable. 


A pesar de las discrepancias en los debates políticos, Los Buidaolles siguen siendo compañeros y, sin embargo, amigos que comparten noches de actuaciones de blues y viajes de fines de semana, como el programado para el próximo a la zona del Delta del Ebro en Tarragona.


                                                              Darío Navalperal

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