sábado, 24 de junio de 2017

Restaurante Ca Marcos (Beniparrell) 23/6/2017



El verano en el almanaque acababa de hacer su entrada, pero en el aspecto climatológico se estaba dejando notar desde finales del mes de mayo. El record de temperaturas, para el mes de junio, se había alcanzado en la península, con registros de 44 grados en la Meseta, Andalucía y Extremadura. Hacía mucho tiempo que en el citado mes no se alcanzaban esas cifras.

Entonces, ¿si el verano acababa de llegar, lo de las tres semanas anteriores había sido un simulacro, o era tal vez un conjuro astral para hacernos pasar por ese purgatorio previo al infierno del venidero mes de julio? 

Incluso en la ciudad de Valencia, el mercurio llegó a alcanzar los 38 grados a la sombra en alguno de los días anteriores. Aquella soporífera mañana, previa a la ardiente noche de San Juan del solsticio de verano en la ciudad del Turia, Los Dalton Buidaolles se dirigen a Beniparrell, a nueve kilómetros de la Capital, situado en la zona de transición de la Huerta Sur Valenciana a la Ribera del Júcar. Un pequeño municipio constituido a mediados del siglo XIX, que posteriormente perteneció a Albal, pero que a finales de dicho siglo recuperó de nuevo su independencia.  Su economía está basada en la agricultura de regadío – abasteciéndose de las aguas del Río Júcar, a través de la Acequia Real – y en una industria muy relacionada con la de la Capital: mueble, juguetes, papel, etc. 
Allí, en su amplio polígono industrial, en la calle Camí del Racó, 1, se encuentra el Restaurante Ca Marcos, un establecimiento poligonero que ofrece variedad de productos, tanto en el interior del local como en su terraza. Su clientela está formada, sobre todo, por los trabajadores del polígono, transportistas y otros visitantes ocasionales. Pero no solo ofrece almuerzos, también comidas y eventos a grandes grupos. Una de sus especialidades, a buen precio, es el arroz con langosta o bogavante. Sin embargo, a las 10:30 horas, momento en el que llegaron Los Buidaolles, la amplia variedad de viandas que suelen ofrecer de buena mañana, ya se veía reducida a su mínima expresión, lo cual no fue óbice para que pudieran degustar un buen bocadillo de carne de caballo con tomate y cebolla. El hecho de que la jornada laboral comenzara a las 7 de la mañana en horario de verano, era un indicador del agotamiento de sus existencias, pues, seguramente, ya habrían pasado por allí sus clientes habituales, debido al lógico adelanto también de la hora del almuerzo. Es de destacar en Ca Marcos su cremaet de gran calidad; algo tan característico de esta zona, mucho más que un carajillo en otros lugares. Algunos granos de café y trocitos de limón, flotan en el café líquido y el coñac o whisky en el fondo del vaso, previamente quemado su alcohol, con gran pericia, para restarle grados al combinado. Todo ello con azúcar y canela en polvo.


A pesar del calor sofocante de la mañana, con 30 grados a la sombra, cada uno de los Los Buidaolles fueron capaces de meterse entre pecho y espalda ese selecto elixir espirituoso, ignorando por completo los efectos secundarios que pudieran producirse en tan comburente y húmeda, a la vez, mañana estival.  

Uno de los temas de conversación estuvo relacionado con el deporte UFC (Ultimate Fighting Championship), unas artes marciales mixtas que consiste en una pelea entre competidores de distintos estilos, en un combinado de artes tales como: boxeo, jiu-jitsu brasileño, sambo, lucha, muay thai, karate, judo, entre otros. Esto es algo que está arrasando actualmente en audiencias televisivas y en asistencia a los pabellones, donde el ring es una jaula octogonal con una lona acolchada, en la que parece que vale casi todo, con algunas excepciones, claro… como por ejemplo: pisar la cabeza del adversario. Una lucha completa, un gran espectáculo sensacionalista que se nutre por aquellos espectadores ávidos de violencia, con una carga agresiva que dista mucho de la filosofía oriental pacifista del yin y el yang.

También hubo otros temas de tertulia, pero estos mejor dejarlos en el secreto del sumario, pues el momento solaz de desinhibición y esparcimiento, daba pie a comentarios y chascarrillos no siempre aptos a la ética del lector y objeto de autocensura de este cronista.

En esa mañana previa a la noche de San Juan, en la que arde una parte de la península bañada por el Mediterráneo, los Buidaolles comparten viandas y tertulia, igual que dice la canción “Fiesta” de Joan Manuel Serrat en una de sus estrofas:




“…en la noche de San Juan,
como comparten su pan,
su tortilla y su gabán,
gentes de cien mil raleas”


Curiosamente, la versión original, antes de ser censurada en la época franquista, en lugar de “tortilla”, decía “mujer”.  No obstante, Los Buidaolles es posible que no llegaran a atreverse a hacer lo que la versión original recomienda.

José González Fernández



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