domingo, 11 de junio de 2017

Cantina Guardia Civil (Calle Cantarranas, 3) 09/06/2017

           
            Otra brumosa mañana sobre la ciudad de Valencia cuando, ya desde tempranas horas, empezaba a subir la temperatura con ese calor húmedo y sofocante propio del estío en la costa levantina.
Una mañana de viernes en la que Los Dalton Buidaolles fueron a parar al cuartel de la Guardia Civil. ¿Qué falta o delito habrían cometido para tener que ir a dar con sus huesos en los bajos del edificio de la Benemérita? ¿Cuan grande sería el atracón que les llevó a recalar en esos lares?
En realidad, nada que pudiera estar tipificado en los códigos Civil o Penal. Tan solo el mero placer de degustar los sabrosos almuerzos que ofrece su cantina, no solo a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado – Guardia Civil, Policía de Aduanas, Policía Nacional, etc.-, también a cualquiera que no tenga reparos en compartir el espacio con semejantes autoridades del orden público, pues no en vano todos los días son de puertas abiertas a cualquier ciudadano que quiera acudir a tan honorable establecimiento.

En la calle Cantarranas, 3, al este de la ciudad y muy cerca del puerto, está el cuartel de la Guardia Civil de Valencia, ocupando una gran superficie, en cuyos sótanos se encuentra la cafetería o cantina. Tal vez, en su día, para ofrecer algún refrigerio a los defensores de la Patria y del orden, pero que en la actualidad permanece abierta a todo tipo de público. Un local no muy refinado; pues es obvio que fue pensado para prestar un servicio asistencial sin lujos ni exceso de comodidades. No obstante, ofrece un buen servicio y, sobre todo, a un precio inmejorable.

Tendríamos que preguntarnos ¿qué sería primero el nombre de la calle – Cantarranas- o la construcción del cuartel? Porque las ranas suelen cantar en humedales de agua dulce, y aquí la proximidad al mar no es muy propicia para tan singular batracio. Por otra parte, si consideramos que la construcción del edificio se remonta a los años cuarenta o cincuenta - época de esplendor de la Dictadura Franquista – todo induce a pensar que lo que ahora es la cantina, antes fueron los calabozos donde les hacían cantar a los delincuentes, a través de los coercitivos métodos de seducción o tortura, quienes tras pasar por alguna de esas sesiones, contestaban a las preguntas emitiendo sonidos similares al “croar” de las ranas.  Pero claro… eso solo forma parte de la imaginación de una mente peliculera y novelesca de alguno de los Buidaolles, sin la existencia de hechos probados. El origen real del nombre del barrio podría estar en la existencia de estos anfibios en el lugar, dada la proximidad de la desembocadura del río Turia.



El tema de la tertulia del día fue el terrorismo yihadista – este sí, con la seriedad que el mismo infunde -, debido a los recientes atentados en Londres y Mánchester. La preocupación de la tertulia estaba en torno a la propagación del islam en occidente y del pensamiento fundamentalista. Sus proclamas para conquistar España a través de las corrientes migratorias. Digno de mención fue el adoctrinamiento que, desde alguna mezquita, estaba haciendo algún imán quien veía a España como un país de gente débil, sin sentimiento hacia el patriotismo, fácil de seducir a través de las drogas. El escrito dirigido a sus fieles dice frases tales como la siguiente: “En este tipo de sociedad, sin valores y proclive al pecado, es fácil penetrar, pues su enfermedad moral será el campo propicio para nuestros intereses” . Otro de los objetivos de este fundamentalismo es la ocupación pacífica del territorio, legalizando su situación, empadronándose, adquiriendo propiedades, montando empresas… consiguiendo la nacionalidad. Se piensa que la baja natalidad de occidente dará lugar a que, dentro de unas décadas, la población musulmana supere a la de otras religiones, controlando las instituciones y los poderes de nuestro estado de derecho e imponiendo su cultura.

Sin lugar a dudas, esta es una vía pacífica de conseguir sus objetivos; sin atentados terroristas y sin sacrificar sus propias vidas a través de inmolaciones o tiroteos con nuestras fuerzas de seguridad.

Todo esto constituyó un largo coloquio tras el almuerzo, un debate que permanece latente en nuestra sociedad no exento de polémica, pues es obvio que se cruzan las ideologías de quienes piensan que, el simple hecho de tratar este tema, ya supone fomentar el odio - pues no todos los musulmanes son iguales -, y aquellos otros que defienden el proteccionismo y el cierre de fronteras incluso para los refugiados. Dos corrientes de pensamiento diametralmente opuestas, pero no carentes de argumentos para defender sus posturas.    



Y volviendo de nuevo al insólito lugar del almuerzo, es de mencionar que en este establecimiento se puede comer en gran cantidad, siempre que el estómago lo permita, pero mucho cuidado con las bebidas espirituosas. Sin lugar a dudas, mejor que en ningún otro lugar, puedes ser observado por la autoridad del orden, quien, sin necesidad de hacerte soplar, te puede multar basándose en pruebas evidentes e irrefutables. Por eso, aquí mejor que en ningún sitio cabe decir aquello de: “Si bebes no conduzcas”, de lo contrario ya sabes a lo que te expones. 


José González Fernández

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