sábado, 21 de enero de 2017

CASA BAINA (PORT DE CATARROJA) 8/12/2016

Catarroja, municipio muy cercano a la capital, en la comarca de la Huerta Sur. Una población de 27.000 habitantes cuyo origen se sitúa en la época romana, como así se constata en los restos arqueológicos hallados en “El Huerto de Pepica”; aunque una gran parte de ellos fueron saqueados y vendidos a coleccionistas. Su proximidad a la albufera ha propiciado que desde siempre la economía haya estado basada en la pesca y en la agricultura, con el monocultivo del arroz. Sin embargo, en la actualidad, son los sectores industrial y servicios en los que se concentra la mayor parte de su población activa.

Sus monumentos del siglo XVIII: Iglesia de San Miguel, Palacio de Vivanco, entre otros, dan fe de que Catarroja no surge como consecuencia de la eclosión urbanística de la Capital y el hacinamiento de los emigrantes que llegaban y se instalaban en torno a las fábricas. No obstante, a partir de 1950, poco a poco, el inexorable crecimiento de la tercera ciudad española, da lugar a que diversos municipios como Catarroja acorten sus distancias y se unan a la misma a través de los polígonos industriales, las carreteras, los puentes y los medios de transporte. 
Una de las características más importantes de este municipio es el hecho de estar en el marjal de la Albufera, una fuente de vida y riqueza para la localidad durante tantos años. Un parque natural desde 1986 que ha sobrevivido a la presión urbanística y a las agresiones contaminantes de tantas industrias que, sin control, han vertido en ella sus aguas residuales. - Problema solucionado actualmente, en parte, gracias a la depuración de las mismas – 
La Albufera es el lago de agua dulce más grande de España y una de las zonas húmedas más importantes de la península debido a su amplia biodiversidad: Garzas, gaviotas, patos, cigüeñas… se dan cita en este cálido lugar de espectacular paisaje. Su nombre “Albufera” procede del árabe, y significa “Pequeño Mar”. Eso es en realidad este estanque; un mar de agua dulce o algo salobre, separada del litoral por una lengua arenosa que es la Dehesa del Saler. Aquí, la interacción del hombre y la naturaleza han generado un paisaje de excepcional interés, debido al contraste entre la vegetación y la fauna salvaje por una parte, y los cultivos por otra. De noche, es el mejor espejo en el que se mira “la luna de Valencia”; de día, los destellos de los rayos del sol proyectados en sus aguas, producen un efecto de reflexión multicolor, dándole al entorno ese aspecto áureo que le caracteriza.

El cultivo de arroz unido a la pesca, ha sido durante siglos el sostén de todas las poblaciones de la huerta-sur, y de una gran parte del territorio valenciano.
Las barcazas permanecen amarradas en el mismo sitio desde hace más de sesenta años, pero ahora no sólo se dedican a la pesca, - en su mayor parte deportiva – sino que se emplean para pasear a los turistas; el mismo tipo de embarcación, - parecido a la góndola veneciana – se viene utilizando desde hace siglos, con la diferencia de que antes eran impulsadas por el viento y ahora suelen llevar motor.
Más de sesenta años lleva también, justo en la misma orilla de la Albufera, en el Camí del Port, “Casa Baina”; un lugar especializado en All i Pebre y Arroz en Perol, dos platos típicos de la gastronomía huertana, cuyo origen se encuentra en los poblados  que circundan estas tranquilas aguas. Sin apenas reformas en su interior, el gran comedor de este establecimiento se mantiene con su austera decoración de fotografías en sus paredes, que evocan aquellos tiempos en los que los pescadores y huertanos se refugiaban aquí para almorzar o, simplemente, para jugar su partida de cartas después de su jornada laboral. Fieles a la tradición, e intentando emularles.
 Los Dalton Buidaolles visitan
este bucólico lugar cargado de historia y buenas costumbres culinarias. Como no podía ser de otra manera, todos se ponen de acuerdo en pedir el plato estrella: la enorme cazuela de All i Pebre, ese genuino producto de la zona, cuya base principal es la anguila que se pesca en las cercanas aguas. El guiso lleva también patatas, ajos, guindillas picantes, pimentón dulce, almendras picadas y aceite de oliva. La dueña del local nos comenta, que el secreto de que allí se sirva uno de los mejores All i Pebres de Valencia, reside en la calidad del producto y en su cocinado a fuego lento.

Merece la pena ir a comer a Casa Baina por algo más que las bondades de su cocina. La satisfacción no sólo se basa en llenar la panza, aquí se produce el deleite sensorial. La suave brisa que acaricia la piel y el olor a mar, unido a las increíbles vistas, elevan el momento a la altura de un festival orgásmico de los sentidos, en el que el propio paraje proporciona un relax y una paz difíciles de conseguir a pocos kilómetros en la gran ciudad.

José González Fernández

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