lunes, 28 de noviembre de 2016

HOSTAL BONAVISTA (PAIPORTA) 25 de noviembre de 2016

El bien entrado otoño va dejando cada mañana su tapiz de hojas muertas sobre las calles de la ciudad levantina, a pesar del esfuerzo del servicio de limpieza por hacerlas desaparecer antes de que los primeros invasores de las aceras, las encuentren en la hora punta de su inicio de jornada. Una fresca mañana en la que el tema del día: en las cafeterías, en los supermercados, en las oficinas… es el entierro en el día anterior de Rita Barberá, controvertido personaje, de la política local y nacional, que durante tantos años gobernó en la Ciudad. Las luces y las sombras de su figura, estaban representadas en el aspecto meteorológico que ofrecía la mañana; estratos de nubes ascendentes que tenuemente ocultaban los rayos de sol en la alborada. No obstante, poco a poco, el cielo se fue despejando, y justo a la hora del encuentro de Los Dalton Buidaolles, - como cada viernes en el patio del Instituto - alumbraba un sol radiante con una temperatura en ascenso, similar a las registradas en septiembre y octubre.
Hoy deciden visitar la localidad de Paiporta, un municipio de “La Huerta Sur”, aunque aquí el sector primario poco aporta a su economía, pues la misma se asienta en la industria y en los servicios, sectores en los que  se encuentra ocupada la mayoría de la población activa. Sin embargo, toda la superficie de su término no urbanizable permanece labrada, con un sistema de regadío tan antiguo como el del resto de La Huerta Sur.
Paiporta es una localidad de 24.800 habitantes que se encuentra al sur, a cinco kilómetros de la Capital. Su orografía es prácticamente llana y está dividida la ciudad por un curso fluvial estacional, denominado “Barranco de Chiva o Barranco de Torrent”. Dicha rambla – entre el Júcar y el Turia – como paradigma del endorreísmo, vierte sus aguas a la Albufera, y no al mar. Cuando los fenómenos de gota fría descargan de forma abrupta sobre la costa levantina, este cauce recoge el agua de las ramblas de Chiva y Cheste, además de las precipitaciones de los municipios – Picaña, Masanassa y Catarroja – por los que transcurre. Es entonces cuando deja de ser un río seco para convertirse en un caudal que, a veces, se desborda.
El nombre actual de la ciudad, nada tiene que ver con el originario, pues éste era “San Jorge”. Supuestamente, porque su fundación se remonta a la conquista de Valencia por Jaime I, los primeros pobladores de las alquerías debieron ser cristianos. La toponimia del nombre de Paiporta nos dice que es una palabra que procede del latín “Prope hortam”, cuyo significado es: “cerca de la huerta”. De su evolución fonética se desprende la derivación en “Proihorta” que a su vez se derivó en “Proiporta”, cuya acepción del árabe la convierte en “Paiporta”.
En cuanto a su monumento histórico más representativo, ha de hacerse mención a la iglesia parroquial, construida en 1754 con un estilo entre el barroco y el neoclásico, está dedicada a San Jorge Mártir.





A la entrada de Paiporta, llegando desde la Capital; en la calle Valencia, 25, está el Hostal Bonavista, que, además de alojamiento y restaurante, ofrece a su matutina clientela unos suculentos almuerzos, con un asador en el que sus carnes a la brasa atraen por ese olor característico y son el principal reclamo para el viandante.
La característica de este local reside en que, a diferencia de otros, en este establecimiento existe un sistema de self-service: se pide en la barra el bocadillo o la ración a elegir entre una gran variedad de productos, y lo recoge el propio cliente a través de una ventana que comunica el bar con la cocina. Un sistema eficiente que ahorra mano de obra, pero que precisa de mejor organización, puesto que una sola persona cocinando y entregando las comandas, es insuficiente para atender al gran número de clientes que, en su amplia mayoría, han de almorzar en quince o veinte minutos.
No obstante, el producto que se ofrece en Hostal Bonavista es de gran calidad, eliminándose por este proceso de asado una gran parte de las grasas. Un buen bocadillo de chorizo, morcilla y panceta; una bomba calórica en sartén o freidora, hecho a la brasa, entra bien y sienta mejor.







Una semana más, Los Dalton Buidaolles combinan esa sana tradición de comer fuerte a media mañana, con la no menos sana costumbre de la tertulia, acompañada del habitual café y esta vez también, por gentileza de la casa, un chupito de licor de melón, eso sí, sin alcohol, pues la jornada laboral continúa aún. Los debates sociopolíticos, la última anécdota de algún acontecimiento ocurrido en el entorno profesional y cualquier chascarrillo o chiste, sirven para pasar un rato ameno y agradable, donde la risoterapia fortalece el estado de ánimo y carga las pilas con ese generador de energía que se llama felicidad.

José González Fernández

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