BAR TAPERÍA LA FUENTE (AVENIDA DE LA PLATA)
18
de noviembre de 2016
La escapada de hoy se realiza a pie,
siguiendo la carrera de La Font de Sant Lluis hasta llegar a la Avenida de La
Plata. Paralelas a la vía del tren, y hasta el cauce viejo del río Turia,
parten desde antiguo un importante número de carreras, que hoy están
conformadas en calles y avenidas: Malilla, La Font de Sant Lluis, En Corts,
carrera del Riu - también llamada de Montolivete- … La avenida de La Plata es
perpendicular a todas ellas, atravesándolas en alguno de sus tramos. A finales
del siglo XIX, junto con Ruzafa, se integraron todas en la ciudad de Valencia. Hasta
los años cincuenta, algunas de estas carreras contaban con casas de dos
alturas, a lo sumo, y alquerías, siendo sus residentes, comerciantes de ultramarinos, trabajadores del campo y, en
general, procedentes de clase humilde y trabajadora. También existía alguna
pequeña industria metalúrgica y del mueble. La invasión constructora ha dado
lugar a que los edificios de hasta diez o quince plantas hanyan transformado el
paisaje rural, siendo absorvido por la gran ciudad. Todo ello, unido a la
pedanía de La Punta, es lo que se conoce como el distrito de Quatre Carreres.
¿Pero, por qué se le llama avenida
de La Plata a una vía que durante muchos años se ha considerado un suburbio,
una zona marginal de la periferia?
Su nombre se lo debe a Erminia
Belloch, una mujer de negocios, adelantada a su tiempo, que vivió entre finales
del siglo XIX y principios del XX. Gracias a unos ahorrillos de su padre, se
convirtió en prestamista, combrando unos intereses muy elevados por su
actividad bancaria, lo cual le permitió acrecentar su fortuna e invertir en
diversos inmuebles y huertas de la zona.También acumulaba las joyas y metales preciosos
que la gente empeñaba. El oro no era un metal corriente en aquella zona de
gente humilde, pero sí la plata, por lo que fue “La Casa de la Plata”, - propiedad de Erminia – lo que dio nombre a
la avenida. También a ella se le conocía como “La señora de la Plata”. Fue ella misma quien transformó las viejas
barracas en alquerías y asfaltó el camino que llevaba hasta carrera En Corts.
A Herminia se le conocía como una
persona tacaña y que controlaba mucho su dinero, propio de toda usurera. Sin
embargo, a su muerte en los años veinte, su hija, también llamada
Herminia, dilapidó toda su fortuna en menos tiempo que a ella le
había costado atesorarla, siendo víctima de otros prestamistas colegas de su
progenitora. Sin embargo, la construcción del cuartel de Zapadores, en la
carrera de En Corts, por orden del General Primo de Rivera, supuso su salvación
económica. Vislumbró aquí su futuro; pues tantos hombres juntos, tan alejados
de la ciudad, precisaban de un servicio de atención femenina, el cual ella les
procuró en su propia casa. Así se creó el primer burdel popular de l’Horta. El
escándalo entre la vecindad rural fue
clamoroso, pero el éxito que tuvo entre oficiales y tropa, apagó todo tipo de
protestas. Los oficiales, desde una terraza, tomaban café y vigilaban desde
lejos el prostíbulo. Justo al lado del cuartel estaba – y aún hoy sigue allí – “Casa Clementillo”, donde los soldados
almorzaban. Desde allí iban a solazarse, y desahogar así su continencia de
testosterona, a “La Casa de la Plata”,
donde Erminia seleccionaba a las mejores muchachas, expertas en placeres de
alcoba. Así fue hasta la Segunda República, cuando la propietaria murió debido
a excesos con el alcohol y a otras sustancias que empezaban a popularizarse por
entonces.
La avenida de La Plata, por tanto, es hija del sexo y del dinero, aunque en la actualidad sus ciudadanos siguen perteneciendo, en su inmensa mayoría, a la clase trabajadora; a todos aquellos que les suena el despertador a las siete de la mañana para iniciar su jornada laboral.
Un
establecimiento, como muchos otros en la misma avenida, de buen servicio al
cliente, tanto en el interior como en su terraza, con una decoración en la que
destaca la sensualidad
de unos labios de mujer que intentan
transportar al visitante a otra época, una boca seductora capaz de causar algún
que otro incendio imaginario, - sin importarle que su clientela más frecuente
proceda del cuerpo de bomberos -transmitiendo esa calidez de establecimiento pequeño pero acogedor, que contrasta con
alguno centenario de la zona, como es el caso de “Casa Clementillo” que en otro momento será objeto de Visita-Dalton.
La avenida de La Plata: desde
Malilla – perpendicular a Ausias March -
hasta Montolivete, con casi kilómetro y medio
de longuitud, llega hasta la iglesia que alberga el icono bizantino de una
virgen que, según la tradición oral, fue traída de Jerusalen por un soldado.
Cuenta la leyenda que fue capturado durante una cruzada, por los musulmanes, y
al huir de su cautiverio, encontró un lujoso salón con grandes tesoros. - botín que los moros habían robado a los
cristianos – Se llenó los bolsillos de joyas y oro, pero antes de saltar por la
ventana, se arrepintió, y en su lugar decidió salvar el icono de la virgen. Se
detuvo a dormir en el Monte de los Olivos y durante la noche se produjo el
milagro. Unos ángeles arrancaron el olivo bajo el que dormía y le transportaron
junto a él hasta la huerta de Ruzafa, donde despertó al día siguiente. Allí se
levantó la hermita que aún existe hoy junto a la Ciudad de las Artes y las
Ciencias.
José González
Fernández
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