lunes, 28 de noviembre de 2016

BAR TAPERÍA LA FUENTE (AVENIDA DE LA PLATA)
 18 de noviembre de 2016
            La escapada de hoy se realiza a pie, siguiendo la carrera de La Font de Sant Lluis hasta llegar a la Avenida de La Plata. Paralelas a la vía del tren, y hasta el cauce viejo del río Turia, parten desde antiguo un importante número de carreras, que hoy están conformadas en calles y avenidas: Malilla, La Font de Sant Lluis, En Corts, carrera del Riu - también llamada de Montolivete- … La avenida de La Plata es perpendicular a todas ellas, atravesándolas en alguno de sus tramos. A finales del siglo XIX, junto con Ruzafa, se integraron todas en la ciudad de Valencia. Hasta los años cincuenta, algunas de estas carreras contaban con casas de dos alturas, a lo sumo, y alquerías, siendo sus residentes, comerciantes  de ultramarinos, trabajadores del campo y, en general, procedentes de clase humilde y trabajadora. También existía alguna pequeña industria metalúrgica y del mueble. La invasión constructora ha dado lugar a que los edificios de hasta diez o quince plantas hanyan transformado el paisaje rural, siendo absorvido por la gran ciudad. Todo ello, unido a la pedanía de La Punta, es lo que se conoce como el distrito de Quatre Carreres.
            ¿Pero, por qué se le llama avenida de La Plata a una vía que durante muchos años se ha considerado un suburbio, una zona marginal de la periferia?
            Su nombre se lo debe a Erminia Belloch, una mujer de negocios, adelantada a su tiempo, que vivió entre finales del siglo XIX y principios del XX. Gracias a unos ahorrillos de su padre, se convirtió en prestamista, combrando unos intereses muy elevados por su actividad bancaria, lo cual le permitió acrecentar su fortuna e invertir en diversos inmuebles y huertas de la zona.También acumulaba las joyas y metales preciosos que la gente empeñaba. El oro no era un metal corriente en aquella zona de gente humilde, pero sí la plata, por lo que fue “La Casa de la Plata”, - propiedad de Erminia – lo que dio nombre a la avenida. También a ella se le conocía como “La señora de la Plata”. Fue ella misma quien transformó las viejas barracas en alquerías y asfaltó el camino que llevaba hasta carrera En Corts.
            A Herminia se le conocía como una persona tacaña y que controlaba mucho su dinero, propio de toda usurera. Sin embargo, a su muerte en los años veinte, su hija, también llamada Herminia,  dilapidó  toda su fortuna en menos tiempo que a ella le había costado atesorarla, siendo víctima de otros prestamistas colegas de su progenitora. Sin embargo, la construcción del cuartel de Zapadores, en la carrera de En Corts, por orden del General Primo de Rivera, supuso su salvación económica. Vislumbró aquí su futuro; pues tantos hombres juntos, tan alejados de la ciudad, precisaban de un servicio de atención femenina, el cual ella les procuró en su propia casa. Así se creó el primer burdel popular de l’Horta. El escándalo entre la  vecindad rural fue clamoroso, pero el éxito que tuvo entre oficiales y tropa, apagó todo tipo de protestas. Los oficiales, desde una terraza, tomaban café y vigilaban desde lejos el prostíbulo. Justo al lado del cuartel estaba – y aún hoy sigue allí – “Casa Clementillo”, donde los soldados almorzaban. Desde allí iban a solazarse, y desahogar así su continencia de testosterona, a “La Casa de la Plata”, donde Erminia seleccionaba a las mejores muchachas, expertas en placeres de alcoba. Así fue hasta la Segunda República, cuando la propietaria murió debido a excesos con el alcohol y a otras sustancias que empezaban a popularizarse por entonces.
          
  La avenida de La Plata, por tanto, es hija del sexo y del dinero, aunque en la actualidad sus ciudadanos siguen perteneciendo, en su inmensa mayoría, a la clase trabajadora; a todos aquellos que les suena el despertador a las siete de la mañana para iniciar su jornada laboral.



            Intentando revivir aquellos momentos de esparcimiento de los servidores de la patria, los Dalton Buidaolles vuelven al lugar, aunque no exactamete a “Casa Clementillo”, sí al bar “Tapería La Fuente”, un local sito en el número 41 de la propia avenida, que tiene en común con el anterior el hecho de que también está frente a un acuartelamiento, pero en este caso se trata de la Base Central del Cuerpo de Bomberos de Valencia, quienes son sus clientes habituales. No obstante, el único momento epicúreo de goce y distrufe de los Buidaolles, es el que proporciona el almuerzo; ese placer de llenar la panza y transgredir las prescripciones médicas, - pues no en vano alguno de ellos es también discípulo de Hipócrates y Galeno –  Por lo tanto, los placeres de la carne, para ellos, sólo se limita a la de cerdo, ternera o caballo. Lejos quedan de sus pretensiones los deleites onerosos que, en algunos antros de la zona, todavía se siguen ofreciendo.



               El bar  “Tapería La Fuente” ofrece ese otro tipo de goces que se pueden condensar en un buen bocata de calamares con all i olli y una fría cerveza.
Un establecimiento, como muchos otros en la misma avenida, de buen servicio al cliente, tanto en el interior como en su terraza, con una decoración en la que destaca la sensualidad de  unos labios de mujer que intentan transportar al visitante a otra época, una boca seductora capaz de causar algún que otro incendio imaginario, - sin importarle que su clientela más frecuente proceda   del cuerpo de bomberos -transmitiendo esa calidez de establecimiento pequeño pero acogedor, que contrasta con alguno centenario de la zona, como es el caso de “Casa Clementillo” que en otro momento será objeto de Visita-Dalton.
            La avenida de La Plata: desde Malilla – perpendicular a Ausias March -    hasta Montolivete, con casi kilómetro y medio de longuitud, llega hasta la iglesia que alberga el icono bizantino de una virgen que, según la tradición oral, fue traída de Jerusalen por un soldado. Cuenta la leyenda que fue capturado durante una cruzada, por los musulmanes, y al huir de su cautiverio, encontró un lujoso salón con grandes tesoros.  - botín que los moros habían robado a los cristianos – Se llenó los bolsillos de joyas y oro, pero antes de saltar por la ventana, se arrepintió, y en su lugar decidió salvar el icono de la virgen. Se detuvo a dormir en el Monte de los Olivos y durante la noche se produjo el milagro. Unos ángeles arrancaron el olivo bajo el que dormía y le transportaron junto a él hasta la huerta de Ruzafa, donde despertó al día siguiente. Allí se levantó la hermita que aún existe hoy junto a la Ciudad de las Artes y las Ciencias.
José González Fernández
           













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