CASA AQUILINO (NAZARET) Día 7 de octubre
El tibio sol otoñal de la mañana del viernes en la ciudad
del Turia, contribuye a que Los Dalton Buidaolles se reúnan, como de costumbre, en el patio del Instituto para decidir a quién
le toca poner el coche en el desplazamiento hasta Nazaret. Pero no a Nazaret de
Galilea; tierra de veneración y culto cristiano, no. Se trata de una barriada
valenciana que pertenece al distrito de Poblados Marítimos. Una zona suburbial
de la ciudad, constreñida por la desembocadura de ambos cauces del río Turia
(el nuevo y el viejo) y por el Puerto de Mar. Un núcleo de población que en su
día constituyó un municipio independiente, pero que fue absorbido por el inexorable
crecimiento urbanístico de la capital y del propio Puerto. Expansión que le
privó de su playa hace justo ahora treinta años, con promesas incumplidas de
los políticos de la época para compensar la pérdida de esa zona de
esparcimiento, la cual se hizo popular en el siglo XIX por los bañistas de la
capital y por quienes visitaban sus balnearios.
¿Pero existe alguna relación entre la ciudad israelita y la
barriada valenciana? En cuanto a su toponimia todo indica que no, pues el
nombre de la ciudad se cree que procede del griego o del arameo y su
significado es incierto. En cambio el de la barriada, procede de la palabra “lazareto”, en valenciano “llatzeret”; hospital de enfermedades
infecciosas que se trasladó en 1720 desde Monteolivete, dando origen a las
primeras construcciones en torno al mismo. Posteriormente, un núcleo formado por pescadores y trabajadores
del puerto fue estableciéndose en la zona. Ocupaciones que, en la actualidad,
siguen siendo las más importantes de su economía.
La tradición pesquera de la zona, da lugar a que en sus
establecimientos de hostelería se pueda degustar una amplia variedad de
cefalópodos, crustáceos y peces a muy buen precio. El Bar-restaurante Aquilino
es un ejemplo de ello. Abierto desde el amanecer, este establecimiento ofrece a
sus clientes: almuerzos, comidas y cenas, con su amplia carta y su especialidad
en
“All i pebre”. Un local que puede
pasar desapercibido por su exterior, -
pues no se distingue de las humildes casitas de pescadores - se encuentra en la calle Castell de Pop, 31.
No obstante, su interior ofrece el típico decorado de la taberna de puerto
marítimo, con imágenes sobre azulejos evocadoras de una época en la que las
olas y las barcas llegaban hasta la misma localidad.
Asombrosos son los bocadillos de calamares en barra de pan de
cincuenta centímetros, que sólo los más apetentes tragaldabas son capaces de
acabar, a menos que lo compartan.
Deliciosa la fritura de salmonetes y boquerones, siempre recién
hechos, siempre crujientes y con elevada temperatura; lo que hace que las
secreciones digestivas se estimulen y nos inviten a probarlos antes de que se
enfríen, quemándonos la lengua, con la consiguiente llaga de recuerdo.
Además de ser conocido y valorado el local por su especialidad en
arroces, debemos hacer mención especial al all i pebre. Ese guiso obtenido con
las anguilas de la albufera, producidas en la actualidad en piscifactorías. Exclusivo
de Valencia, donde mejor se puede degustar es en los poblados marítimos y los
próximos a la Albufera, en los cuales se elabora la receta tradicional cuyos
ingredientes de base son: la anguila, las patatas, el pimentón y el ajo. Un
plato que cuenta con tantos entusiastas como detractores, pues la sensación que
para algunos produce, por el parecido a una serpiente, hace que su cerebro
bloquee su estómago y les produzca repulsa y nauseas el simple hecho de verlo
en la mesa. Sin embargo, estos mismos comensales, cuando desconocen la forma original
del pez antes de ser troceado, lo saborean con placer y hasta llegan a repetir.
En Casa Aquilino se presenta un producto de gran calidad, tan suave que llega a
deshacerse en la boca. Para alguno de los miembros de Los Dalton Buidaolles
estaba poco picante, con respecto a la receta tradicional. Es posible que el
establecimiento se esté adaptando a la media de edad de sus clientes
habituales, muchos de ellos sexagenarios con las correspondientes
prescripciones facultativas de evitar todo aquello que aumente su tensión y
otros problemas coronarios.
A tiro de piedra del paisaje futurista formado por los
edificios de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, se encuentra esa barriada
del extrarradio de Valencia durante tantos años olvidada. En una distancia no
superior a un kilómetro, podemos observar el contraste de la opulencia con el
de la pobreza; la suntuosidad de unos edificios públicos junto a otros privados
pertenecientes a los nuevos ricos, tan cerca en el espacio físico de Nazaret y
tan lejos en la renta per cápita de sus habitantes.
José González Fernández
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes realizar aquí tu comentario