lunes, 28 de noviembre de 2016

 BODEGA LA PASCUALA (EL CABAÑAL) Día 14 de octubre de 2016

La visita de hoy sigue por el litoral, pero salvando el Puerto, - lugar al que prometen volver para almorzar en otro momento– se dirigen a El Cabañal-Cañamelar,  otro de los Poblados Marítimos.
Numerosos son los bares y restaurantes de este típico y a la vez polémico barrio, que permanece erguido y desafiante ante la amenaza de su demolición. Un núcleo de población que fue municipio independiente, durante sesenta años  en el siglo XIX, con el nombre de“El Pueblo Nuevo del Mar”, que estaba dividido en tres poblados: Cañamelar, El Cabañal y Punta de Francia. Un pueblo de tradición marinera cuyas cabañas, barracas y alquerías, - que formaban una retícula – se convirtieron en un lugar atractivo para los valencianos que deseaban vivir entre la playa y la ciudad. Sin embargo, los reiterados intentos de conectar a la burguesía con el mar, a través de la Avda. Blasco Ibáñez, han dado origen a numerosos proyectos urbanísticos que, desde 1897, se vienen abordando por los equipos de gobierno del Ayuntamiento de Valencia, sin llegar a su implementación, debido a la oposición y protesta de los movimientos ciudadanos dirigidos a salvar un pintoresco barrio; con sus anárquicos edificios, sus tradiciones y costumbres populares… en definitiva, con su diversidad cultural, la cual se ha ido acumulando a lo largo de siglos, en este lugar donde la brisa y el olor a mar se perciben desde el interior de sus casas o en las terrazas de las mismas. En la actualidad, El Cabañal – nombre más utilizado popularmente para designar a toda la barriada – ocupa una extensión superior a un kilómetro cuadrado. En sus construcciones se refleja la decadencia de una zona de Valencia que muere lentamente, cual Venecia levantina, por inanición, o, mejor dicho, por la falta de acción de los gobiernos y las prohibiciones a las reformas y mejoras estructurales.
La visita de Los Dalton Buidaolles toca hoy a uno de los establecimientos más populares e históricos de Valencia, especializado en almuerzos. No en vano es a lo único que se dedica, con un horario de apertura entre las 9 y las 15 horas.  En carrer d’Eugènia Viñes, 177, “Bodega La Pascuala” se encuentra a 150 metros de la playa de “El Cabañal”,  pudiendo acceder al mismo a través de todos los medios de transporte urbano, incluido ese “Tranvía a la Malvarrosa”, - tan famoso en la obra de Blasco Ibáñez - pues su línea pasa justo por la misma puerta del establecimiento.
El lugar en sí mismo rezuma solera y tradición culinaria de bodega o vetusta taberna, donde los animosos hombres de la mar, almorzaban tomando después el  cremaet; una combinación de café con ron o brandy. Sin embargo, el cremaet no es un carajillo cualquiera, no. Suele ser un coctel caliente de café y alcohol, previamente quemado, con azúcar, limón y canela, dependiendo estos tres últimos ingredientes de las preferencias del consumidor. Ese estimulador de los sentidos del olfato y del gusto, proporciona la energía necesaria para soportar las húmedas y frías mañanas de invierno, de los que faenan con toda la mar detrás. Hay quien dice que el cremaet es el digestivo ideal de la matutina sobremesa que proporciona alegría y aumenta los decibelios de quienes se reúnen en torno a una mesa.
Deben abstenerse de visitar Bodega La Pascuala, aquellas personas que busquen remilgos y cursilería, o aquellas otras que se decanten por las formas y la presentación. En Bodega La Pascuala estás expuesto a mancharte la “camisa nueva”,  con el “all i olli” de las patatas bravas o con la inexorable gota de vino o cerveza que suele caer sobre tu pecho peludo o prominente, después de un buen lengüetazo cuando empinas “el barral”.
También deben abstenerse de visitar este genuino establecimiento, las personas que busquen paz y sosiego; aquí se masca la te
nsión que proporciona la prisa, pues no sólo has de comer rápido porque te esperan tus quehaceres diarios, has de hacerlo también porque en la puerta del establecimiento hay cola de gente esperando que las mesas queden libres para poder tomar asiento.
Aquí se come en cantidad; si te atreves a pedir un bocadillo completo, te puedes ver obligado a solicitar ayuda para podértelo acabar.
Variedad de bocadillos repletos de carne de caballo, cerdo, ternera… combinados con jamón, cebolla, pimientos, ajetes tiernos… son el buque insignia de este local, en el que no podemos dejar de mencionar la calidad de sus calamares o sus bravas con all i olli casero; consistente y espeso para coger con cucharilla.


Bodega La Pascuala, a pesar de que no siempre eres atendido adecuadamente, debido a la gran afluencia de público y a la escasez de camareros, es un lugar de visita obligada para todo el que pretenda salirse de los recorridos turísticos que organizan las agencias de viaje. Para quienes pretendan conocer los usos y costumbres ancestrales de la gente llana, en ese lugar de la ciudad que sobrevive y resurge de sus cenizas, soportando los fuertes vientos e inundaciones de las corrientes políticas y poderes fácticos que gobiernan la ciudad.

José González Fernández

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