lunes, 28 de noviembre de 2016

BAR-RESTAURANTE LA NAVE (MASANASA) Día 30 de septiembre de 2016

En la ruta gastronómica de hoy, toca la visita obligada a un bar poligonero. Uno de esos lugares donde la estética y el decorado no son lo importante. Aquí la mayoría de los clientes vienen por la proximidad a su puesto de trabajo, con el fin de almorzar en un tiempo que oscila entre los quince y los treinta minutos.
En la localidad de Masanasa; casi en el límite con Alfafar, en la calle Camí del Fus, 62, junto a los centros comerciales de Leroy Melín y Worten, se encuentra el Bar- restaurante “La Nave”. Un sitio al que acuden camioneros, repartidores, albañiles y… en este caso, también profesores. Los Dalton Buidaolles visitan ese lugar que se llama así porque está ubicado en una nave industrial. Un espacioso lugar con más de cuarenta mesas, tanto en su interior como en su terraza exterior.
El comercio y, en general, el sector servicios es la actividad económica fundamental del polígono industrial que se extiende a lo largo de los municipios de Sedaví, Alfafar y Masanasa, que, junto a otras localidades, forma una conurbación.
Masanasa se encuentra en la Huerta Sur, sobre un acuífero y numerosas acequias que vierten sus aguas en el marjal, que, ya desde la época musulmana, es una parte de su economía. Sin embargo, el hecho de encontrarse en el trayecto de la Vía Augusta que enlaza Cádiz con Roma, todo hace indicar que pudo ser una villa romana, al igual que Catarroja, o al menos la alquería de una explotación agrícola.
En la actualidad su economía está basada en el cultivo intensivo del arroz, frutales y hortalizas, con una industria muy diversificada, destacando el sector textil y el maderero. Las grandes superficies comerciales que se extienden en ésta y en otras localidades vecinas, dan fe de la importancia del sector servicios en estos municipios.
Surge así la transformación, en las décadas de los sesenta y setenta, de un núcleo de población agrícola y rural, en una localidad moderna e industrial, con el consiguiente cambio de su estructura urbana y social.

La gran afluencia de público que visita a diario el Bar-restaurante “La Nave”, a la hora del almuerzo, es tan grande, que los clientes han de pedir en la barra lo que quieren tomar y después son atendidos en la mesa que quede libre. Una curiosidad  de este local es el nombre de los bocadillos. Su amplia variedad de productos y posibles combinaciones de los mismos, da lugar a que cocineros y camareros puedan diseñar el bocadillo que lleva su nombre. En este sentido, nos podemos encontrar con: un Mario, un Pili, un Lorena… entre otros muchos, en honor a las personas que han ideado los componentes para su elaboración.
Visitar “La Nave” es sentir el pulso de lo cotidiano: la prisa, el estrés, la respiración de una ciudad dormitorio que lleva ya varias horas despierta y necesita cargar las pilas para continuar la jornada.

José González Fernández


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