viernes, 31 de mayo de 2019

Bar Rubia Caracoles, C/ Viciente Vilar, Manises, Valencia (31-05-2019)



            El mes de mayo iba transcurriendo con la frecuente explosión de luz y color con que la madre naturaleza nos suele obsequiar por estas fechas, al tiempo en que la tensión de los alumnos afloraba en las aulas por la llegada de los exámenes finales. Se sumaba también la de los miles de profesores y profesoras que en este año deberían concurrir a oposiciones: unos como aspirantes a una plaza en propiedad, otros como miembros de los tribunales que les tocaría valorar dichas pruebas. Un ambiente electrizante que, con esta primavera ya casi finalizada, despierta del letargo invernal a la mente y a los sentidos, y pone a punto al vehículo que circula por la autopista de la vida.

            Este viernes a Los Dalton Buidaolles les tocaba ir a Manises a almorzar. Una de las ciudades más conocidas a nivel nacional e internacional; no solo por su artesanía, también por encontrarse en ella el aeropuerto más importante de la Comunidad Valenciana.




           Separada de otra importante ciudad como es Paterna por el cauce del río Turia, y formando conurbación con Quart de Poblet, Manises es una histórica ciudad situada en la Huerta Oeste y dentro del área metropolitana de Valencia. Destaca en este municipio la actividad de la cerámica, que, teniendo su origen en la época de dominio musulmán, ha trascendido a lo largo del tiempo, pasando de ser una actividad artesanal a convertirse en industria. La alfarería musulmana dotaría a esta zona de azulejos y de todo tipo de recipientes de utilidad doméstica y decorativa. Es de destacar la loza dorada, la cual trascendió a otras muchas ciudades peninsulares e incluso europeas durante el periodo renacentista.  


            En la calle Vicente Vilar (Ingeniero que creó la escuela de cerámica), se encuentra el Bar Rubia Caracoles, un local pequeño cuya peculiaridad y mayor atractivo consiste en este producto: los caracoles, el gasterópodo que en esta zona suele acompañar a la paella valenciana, pero que es poco habitual su consumo a modo de tapa o ración en los bares de Valencia.


            En cuanto a bocadillos para el almuerzo ofrece amplia variedad, con opciones para quienes la dieta solo les permita coquetear con los lípidos y los glúcidos, maquillando su bocata con algunos productos hortofrutícolas, tales como la coliflor, las habas, los pimientos… entre otros.


            Hay que destacar el bien preparado esgarraet, de la forma más tradicional, con el típico sabor de los pimientos asados y el bacalao en salazón. Combinado con la sabrosa tortilla de patatas produce una explosión de sabores que marida a la perfección con una fría cerveza o con algún vino de Utiel-Requena.



            Como aspecto negativo en este establecimiento hemos de destacar, que tampoco aquí se prepara el tradicional cremaet. Y no será porque en ese momento el local estuviera abarrotado, no pues ese día solo se ocupaban un par de mesas en el interior y otras tantas en la terraza, sin embargo, el camarero —quien no destacaba por su desbordante simpatía— se negó en rotundo a ofrecer ese servicio.

            La conversación de ese día transcurría con tranquilidad y sosiego y, como siempre, extendiéndose más allá del café. La tertulia se llevaba al terreno político opinando sobre la pluralidad de partidos que en los últimos años ocupan el arco parlamentario, llegando a entenderse que ello es síntoma de una democracia que admite todo tipo ideologías, incluso los extremismos. Tal fenómeno se está dando también en la mayor parte de los países europeos. También se habló de las diferencias entre las monarquías parlamentarias y las repúblicas, manifestándose aquí las distintas tendencias y sensibilidades entre los miembros del grupo, tanto en un sentido como en otro.


            Otro tema que se abordó fue la necesidad de evitar el uso de los plásticos en el consumo habitual de alimentos, pues las alarmas ya han surgido tanto en los ríos como en los mares. Se hace necesaria la educación de la sociedad en la conservación del medio ambiente. Un síntoma de que la sociedad valenciana está cambiando se comentó es el hecho de que ya no se ven por las calles tantos excrementos de animales de cuatro patas. No obstante, se necesitan aún ciertas dosis de civismo de los dueños de las mascotas, para que nuestro país pueda parecerse, en este aspecto, a cualquier otro del centro o del norte de Europa.


Y entre otras muchas cosas se habló, por último, de las enfermedades que nos acechan y de los avances de la medicina para combatirlas; del tabaquismo como una de las principales causas que originan el cáncer.

            El tiempo pasa volando cuando te encuentras a gusto con la tertulia y la buena compañía, una semana más, de este grupo de glotones Buidaolles cada día más mesurados.
Darío Navalperal


viernes, 17 de mayo de 2019

Bar Lasmi, C/ Doctor Fleming, 30, Burjasot, Valencia (17-05-2019)



            La suave brisa de días anteriores se había convertido en un viento que no llegaba a enfriar y que, a lo largo de la mañana, iba barriendo las nubes convectivas y estratiformes, con apariencia de ovnis, desde el mar hasta la huerta y sus núcleos de población.

El tiempo variable primaveral de aquella mañana, animaba, como cada viernes, a que Los Dalton Buidaolles visitaran un nuevo local de los recomendados en los buscadores y páginas que califican el nivel de calidad de los establecimientos. Esta vez tocaba el Bar Lasmi de Burjasot, un local ya visitado en una ocasión anterior, pero en el que, por no haber reservado, se encontraron con que no había mesa libre y tuvieron que marcharse a otro no muy alejado de este.

El olor de carne a la brasa parecía ser el reclamo principal del Bar Lasmi, especializado en el esmorzaret. Guiados por ese deleite olfativo que les despertó el deseo en su anterior frustrada visita, los Buidaolles reinciden en el mismo establecimiento, motivados por ese grato recuerdo.   

Burjasot está situada en la Huerta Norte de Valencia, dentro de su área metropolitana con tantos habitantes como Teruel; prácticamente unida a la gran ciudad del Turia, y que se nutre de la misma al tiempo que le sirve, como tantos otros municipios, de dormitorio y expansión urbanística. La economía de esta localidad está basada fundamentalmente en el sector terciario, y, sobre todo, debido al auge que en las últimas décadas le ha proporcionado el establecimiento de diversas facultades de la Universidad de Valencia.

El Bar Lasmi muy cerca del campus universitario y de algún instituto de secundaria, destaca por su brasería, ofreciendo productos de calidad y variedad a buen precio, como es el pollo a la brasa con diversos productos de guarnición, tales como habas, berenjenas, coliflor… entre otros. También algunos procedentes del mar, como es el caso de la fritura de calamares. Ofrecen un buen servicio con plato o bocadillos generosos, y a un buen precio. Todo con un servicio rápido y agradable. Sin embargo, este local no puede destacar por su comodidad. Con un aforo interior muy reducido y un patio semicubierto junto a la zona de barbacoa, el numeroso público que se da cita en este local, no encuentra aquí un lugar adecuado para la tertulia o para relajarse después de una agitada mañana laboral; más bien al contrario, de aquí sales con más estrés. Menos mal que los clientes habituales suelen ser, en su mayoría, aquellos que disponen de los quince minutos retribuidos para el bocadillo matutino; por lo que no es nada apropiado para jubilados que quieran echar una partida de cartas o para empresarios que quieran cerrar aquí un negocio económico con una cerveza y unas tapas. Además, el local comunica a dos calles, con una puerta que da al patio de la barbacoa y otra que da a la zona interior. Pues bien, un día de aire como el de este viernes; si estás en el interior te llevas impregnado en la ropa el olor del humo de las viandas en pleno proceso de asado, y si te toca en el patio, te llevas también las cenizas.  





Se echa en falta también en este bar, –que suele atraer por sus carnes a la brasa, la ausencia de carne de caballo, ternera o cerdo, al menos en ese día. Tampoco aquí sirven el típico cremaet en el almuerzo. Como es obvio, no se puede concebir el esmorzaret sin este cóctel tan autóctono.


         En ese día, a pesar de la contaminación acústica del local, los Buidaolles hablaban del último concierto de Bob Dylan a su paso por Valencia; de los escritores clásicos como Góngora y su rivalidad con Quevedo; de Kafka, el bohemio de origen judío que tanto ha influido en la literatura universal; y de otros temas más prosaicos como es el caso de las medidas fiscales de subida de impuestos, que la política económica expansiva del partido socialista pensaba llevar a cabo.


Todo ello en un clima, como de costumbre, de cordialidad, armonía y de celebración del solaz momento que ponía fin a la semana laboral.

Darío Navalperal


viernes, 3 de mayo de 2019

Bar Knopfler. calle Padre Santoja, 37 Mislata, Valencia (03-05-2019)



           Todavía duraba el agradable regusto que Marck knopfler y su banda habían dejado, hacía tan solo una semana, en el ruedo de la ciudad de Valencia, cuando Los Dalton Buidaolles deciden ir a almorzar a un establecimiento que, con su original nombre, parece querer hacer un tributo al genial músico; aunque, en realidad, observando su decoración interior, el tributo es, en general, a la música de los sesenta y setenta. Así se demuestra también en su carta, en la que podemos encontrar la hamburguesa Mark knopfler, el bocadillo Jimi Hendrix, el sándwich Eric Clapton o la ensalada Bob Dylan.



            En la calle Padre Santoja, 37 de la localidad de Mislata, se encuentra este curioso establecimiento.



            Mislata es un municipio que, como tantos otros, forma una conurbación con Valencia; pero, en este caso, sin que existan espacios limítrofes ni diferencia alguna en sus construcciones, calles o avenidas. Sus más de 43.000 habitantes en una superficie no superior a 2 kilómetros cuadrados, da lugar a que este sea el municipio con más densidad de población de España. El hecho de estar constreñida entre el antiguo cauce del río Turia, al norte, y el nuevo, al suroeste, ha dado lugar a que su población se concentre en tan reducido término municipal.

             Su origen se remonta a los tiempos de la dominación musulmana; de hecho, su toponimia tiene procedencia árabe y significa: posada o parador.


         
  El Bar Knopfler presenta una amplia oferta gastronómica para el almuerzo, entre la que podemos destacar sus bocadillos fríos de anchoas, atún y aceitunas; los de sangre, cebolla y pimientos; o los calientes de ternera, pimientos y habas. Cabe hacer mención al bien preparado cremaet, con la canela en rama y en su punto de alcohol y azúcar.








En sentido negativo destacaríamos, una vez más, la
calidad del pan; pues, a pesar de ser del día, resultaba algo correoso. También, el precio, ya que supera bastante al de la media de todos los establecimientos visitados hasta el momento. Por último, decir que este local de muy reducidas dimensiones, y sin posibilidad de poner terraza –al estar ubicado en una calle estrecha con aceras de poca anchura-, solo merece la pena visitarlo, si, por casualidad, pasas por allí a pie, pues con cualquier vehículo rodado puedes tener complicado el aparcar en las inmediaciones.

La tertulia de ese día estuvo relacionada con los resultados de las elecciones generales, las cuales había ganado el Psoe, y en las que el PP había obtenido el peor resultado de su historia, a causa de la fragmentación de los votantes de derechas.


           Como consecuencia del viaje de uno de los Buidaolles a Cuba, se comentó la situación económica negativa de este país que ha permanecido anclado en su autarquía ideológica de dirección central; aislado de todo atisbo de progreso relacionado con la sociedad de consumo capitalista, algo que parece cuando menos curioso en los tiempos que vivimos de aldea global. Sin embargo, en este país, que muestra una imagen muy similar a la de España en los años cincuenta, no parece percibirse que sus habitantes sean menos felices que los de países capitalistas, más bien dan la impresión de adaptarse a lo que tienen, pues la única diferencia entre una persona feliz y otra deprimida, es que la persona deprimida está pensando en lo que le falta, y la feliz está agradecida por lo que tiene.


Darío Navalperal