A temprana hora de la mañana, el insolente y, a la vez, acariciante sol, se colaba de contrabando cual ladrón por el vano de la ventana, sin necesidad de que el despertador, avisara de que había llegado un nuevo día, al tiempo que ayudaba a caldear el dormitorio que la fresca madrugada había enfriado.
Se notaba la llegada del otoño, tal vez la época mejor recibida por la mayoría de los habitantes de la ciudad del Turia, pues, a diferencia de años anteriores, había llovido lo justo y necesario para saciar la sed que la tierra acarreaba de los meses del estío.
En aquella zona de la Ciudad, tal vez, en otro tiempo, todo fueran campos con gran variedad de cultivos, entre los cuales se encontraran las alquerías que dieran el nombre a la pedanía (ahora distrito) de Benicalap. En la actualidad, todo son edificios y talleres de artesanos falleros. Lo que se ha dado en llamar “Ciudad Fallera” es el polígono en el que se ubica la industria de la artesanal actividad, que hace posible una de las manifestaciones culturales más importante de España, considerada patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco.
Ahora, en el primer mes del otoño, ya se construye aquello que va a servir para saludar a la primavera; la combustión de estos grupos escultóricos representan el eco social en forma de caricatura y sátira, con los temas y personajes de más candente actualidad.
No es de extrañar, por lo tanto, que una de las calles que cruzan este complejo artesanal, llegando hasta la zona residencial, se llame “Sant Josep Artesà”. En esta zona del extrarradio, las lagartijas, los topillos, las culebras y otras alimañas, no son muy frecuentes, sin embargo, llama la atención el nombre de uno de los establecimientos que podemos encontrar en el número 30 de dicha calle, cuyo nombre es: “Bar Culebras”. Pero no se asusten, ni en el interior del local, ni en su terraza, ni en primavera, ni en temporada de letargo, van a ser sorprendidos por la presencia de este hosco y repulsivo ofidio. El nombre del recinto se debe a que “Culebras” es el apellido del dueño del mismo; un local que viene funcionando desde al año 1988, como así reza en el cartel a la entrada del establecimiento.
Grandes bocadillos con todo tipo de productos de la tierra y del mar: longanizas, morcilla, chorizos, habas, patatas fritas, esgarraet, rabas, pimientos, tortilla… son servidos en media barra de buen pan.
El lugar es cómodo y el aparcamiento es fácil en la zona. El precio, de lo más barato de la Ciudad. No obstante, entre los aspectos negativos hemos de hacer mención al servicio; este es algo lento. Además, en el almuerzo no ofrecen un producto tan típico y solicitado como es el cremaet.
En este día, Los Dalton Buidaolles hablaban de la música de U2 y de su reciente actuación en Madrid después de 13 años. Una actuación esperada con incertidumbre por si se suspendía, como ocurrió en el concierto de Berlín de hacía tan solo unos días, donde el cantante y líder de la banda se quedó sin voz, pero esto aquí no llegó a ocurrir y la actuación estuvo a gran nivel.
Las tertulias en todos los bares se hacían eco ese día de lo que la prensa había destacado a lo largo de la semana; los nuevos escándalos destapados de los ministros del gobierno socialista. En las conversaciones grabadas y filtradas por José Manuel Villarejo - un ex comisario de policía -, se ponía en evidencia a la Ministra de Justicia Dolores Delgado; como consecuencia de una comida que tuvo en el año 2009 con el ex policía – ahora en prisión provisional -. Ella y otros miembros de la judicatura se dieron cita con el mencionado personaje, en la que, de modo informal, se habló de ciertas personalidades, no presentes, en tono despectivo y jocoso.
También, en el almuerzo de Los Buidaolles, se comentó la noticia de otro ministro, Pedro Duque, quien aparecía en los tabloides, en este caso, por haber utilizado, hace algunos años, sociedades pantalla para no declarar sus impuestos. En tono de humor se decía, que tal vez el ex astronauta declarara sus impuestos en Marte o en algún otro planeta de nuestra galaxia, sin que esto pudiera llegar a considerarse evasión fiscal, ya que el científico había desarrollado su actividad profesional en el espacio sideral.
Transcurren los días, las semanas, los meses y los años, pero esta banda continúa con sus buenas costumbres, su buen sentido del humor y, lo más importante, con su extraordinaria sintonía.
Darío Navalperal