La primavera se dejaba notar en las hojas de los árboles y floración de las plantas de jardín, pero seguía haciendo mucho frío en toda España, e incluso en las zonas de litoral, donde la temperatura era mucho más baja de lo habitual para estas fechas. La mañana se presentaba con algunas nubes y el aire gélido producía una sensación térmica casi invernal en la ciudad de Valencia.
Ese
día no se hablaba de otra cosa en todas las tertulias que del ataque con
misiles, dirigido desde El Pentágono estadounidense, a las infraestructuras de
producción de armas químicas de Siria. Todo ello en colaboración con Francia e
Inglaterra.
Otro
tema recurrente de política nacional fue el escándalo levantado por el supuesto
falso máster de la Presidenta de la Comunidad de Madrid Cristina
Cifuentes.
Después de las largas vacaciones de Semana Santa y Pascua, Los Dalton
Buidaolles se reunían de nuevo en la cervecería “Los Sabores de Durban”, para continuar con su ya tradicional
costumbre de almorzar los viernes. Un establecimiento que pertenece a una
franquicia que lleva el nombre de Durban; importante ciudad sudafricana a
orillas del Océano Índico.
En el número 1 de la calle Luis Buñuel, esquina con la calle Jorge
Comín, al noroeste de la ciudad, se encuentra un amplio establecimiento que suele estar muy concurrido a
la hora del almuerzo. Su variedad de productos -tanto del mar como de la tierra
-, unido al cómodo y luminoso local acristalado con que cuenta, así como su extraordinaria
relación calidad-precio, dan lugar a la gran afluencia de público que, entre
las 9,30 y las 12 horas, se concentran tanto en su interior como en su terraza.
Sabores huertanos para alguno de los Buidaolles que preferían un
bocadillo ligero; sabores del mar, con ese revuelto de chipirones y habitas
tiernas, para aquellos que recordaban la ciudad costera y huertana en
la que habitan; y sabores de tortilla de patatas con pechuga de pollo para quienes,
dejándose imbuir por los imponentes atributos de algunas camareras, se
conformaban con degustar la del pollastre y contemplar al mismo tiempo la
magnífica visión que ofrecían las de los turgentes y ceñidos cuerpos que, sin
lugar a dudas, constituían el principal reclamo clientelar del establecimiento.
No en vano, el cien por cien de los presentes, en ese momento, era público
masculino. Ellas, conocedoras de su poder de convocatoria, se movían por el
local con candor y donosura, luciendo su figura y haciendo olvidar al comensal
cualquier aspecto inherente a la calidad del producto que con gran eficiencia
era servido.
A partir de ese momento, el debate de la tertulia se centró en
dilucidar si toda aquella exuberancia era producto de la madre naturaleza o de
la cirugía estética. Como siempre, hubo opiniones en uno y otro sentido y,
aunque ese día faltaron dos de los más risueños y parlanchines, no se echó en falta el
buen humor y el álgido estado de ánimo por la llegada del fin de semana.
Los Sabores de Durban en Valencia son sabor a mar, sabor a huerta, sabor a vida…
Darío Navalperal
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