La primavera solo había llegado
para El Corte Inglés y en el calendario, pero las inclemencias de los fenómenos
meteorológicos se dejaban notar durante esa fría mañana del día 23 de marzo, en
la que la neblina impedía que el sol luciera con todo su esplendor. Sin
embargo, la temperatura subiría más tarde hasta los 21 grados.
Ese día, los Dalton
Buidaolles, almorzaban en el Bar “La Llar
D’Edelweiss” de Aldaya, un municipio situado en la zona oeste del área
metropolitana de Valencia que cuenta con más de 31.000 habitantes. Su economía
está basada fundamentalmente en la industria y el comercio. La agricultura y la
manufactura artesanal fueron en otra época su fuente de riqueza, no obstante,
aún siguen existiendo talleres artesanales como, por ejemplo, los de abanicos.
En la actualidad, el 37% de su actividad procede del sector industrial: madera,
plásticos y productos metálicos. En lo referente al comercio hay que destacar
el gran espacio comercial de Bonaire, uno de los centros comerciales más
grandes de España.
El llamativo nombre del bar se debe a que varias mujeres, familiares
del dueño del mismo, tienen ese nombre. Un nombre que significa: “El hogar de Edelweiss”. Edelweiss,
palabra de origen alemán, es una flor blanca que crece en las praderas alpinas,
también es conocida como “la flor de las
nieves”. En Austria se considera la flor nacional y es todo un símbolo.
De este establecimiento debemos
destacar los descomunales bocadillos, como puede apreciarse: una pieza de
cuarenta centímetros. Aquí no se pide en la barra, pues el camarero te muestra
una carta con doce bocadillos diferentes, para que elijas entre los mismos. La
curiosidad es que cada uno de ellos lleva el nombre de un camarero, siendo el
más pedido el “Ricar”: carne de caballo,
bacon, queso y cebolla. Este sistema es cómodo, pues vienen a la mesa a tomar
nota, pero, a diferencia de otros establecimientos, no ves el producto antes de
ser servido. El pan, aunque crujiente y recién hecho, no deja de ser la típica
barra, sin el refinamiento y esmero que en otros establecimientos dedican a lo
que es la base fundamental del buen bocadillo.
Otra peculiaridad de este establecimiento es la cerveza; te suelen
poner siempre una jarra de medio litro, tanto si quieres más como si quieres
menos.
No obstante, podemos decir que la
relación calidad-precio que ofrece este establecimiento es bastante aceptable,
y el servicio es rápido y esmerado.
La decoración y confort del local
dejan mucho que desear. En su día se decoró con fotos antiguas de películas e
imágenes al más puro estilo americano, pero actualmente el interior está un
tanto descuidado, siendo utilizados algunos espacios para almacenar las sillas
y mesas de la terraza, lo que reduce aún más su ya pequeño aforo, produciendo
cierta incomodidad a los clientes.
El tema de de tertulia del día,
una vez más, seguía siendo el conflicto de Cataluña, pero esta vez en tono de
humor, debido a la parodia que el cómico Albert Boadella protagonizó con su
acampada delante de la casa de Carles Puigdemónt en la localidad belga de
Waterloo. Como presidente del imaginario país de Tabarnia y acompañado de todo
su séquito, megáfono en mano, le dirigió un humorístico discurso a quien fue
presidente de la Generaditat Catalana, y que en esos momentos se encontraba por
otros países europeos, prófugo de la justicia española, buscando apoyos para la
causa independentista.
También se hicieron planes para la próxima calçotada que, como en
años anteriores, celebran en tierras catalanas, gracias a la hospitalidad de
Carles y Helena; otro de los encuentros memorables de día completo en el que se
come, se bebe, se canta, se baila… en ese maravillo lugar junto al mar de la
Costa Dorada.
Por último, terminan repasando lo
vivido con los acontecimientos falleros, recordando las anécdotas con las risas
y el buen humor que siempre les caracteriza.
Darío Navalperal
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