domingo, 1 de octubre de 2017

Bar Patraix, Plaza de Patraix, Valencia (29-09-2017)



El veranillo de San Miguel, como cada año, llegaba tibio y acariciante en las mañanas levantinas, coadyuvando a la pertinaz sequía arrastrada del seco y caluroso estío, sin que las precipitaciones atmosféricas en los días previos fueran suficientes para calmar la sed de una tierra que se resquebrajaba por algunas latitudes. 

Precipitaciones, sin embargo, abundantes en el terreno socio-político por parte de quienes intentaban llevar a la población catalana hacia la persecución de un fantasma, una entelequia de estado que nunca existió, consiguiendo imbuir a una parte de la población en la épica y, al mismo tiempo, en el maniqueísmo que fomenta el odio y que resquebraja también –esta vez en sentido figurado– una tierra que ha estado unida, a pesar de que una minoría a lo largo de la historia ha intentado siempre dividir y segregar.

Estos y otros temas surgieron en la mañana del viernes 29 de septiembre; previa a los acontecimientos del referéndum ilegal que se iba a celebrar en Cataluña en pro de su independencia, el día en que Los Dalton Buidaolles se reúnen de nuevo para almorzar en el Bar Patraix, en la plaza de Patraix, 12. Un bar que figura en una plaza en forma de polígono irregular de lo que hoy día es un gran barrio y distrito de Valencia y en lo que en otra época fue municipio, e incluso cabeza de partido judicial. No en vano, así se hace constar en una placa conmemorativa del nacimiento del Rey Jaime I, que figura en la misma plaza junto al Bar. En ella se explica el origen de Alquería denominada Petraher, derivando posteriormente su nombre a la actual Patraix. Situada en el suroeste de la Ciudad, la plaza de Patraix y las construcciones aledañas que la forman, sobrevive a pesar de los embates especuladores de las empresas constructoras, que en época “del ladrillo” la intentaron transformar. De hecho, podemos observar la anarquía de sus edificios, en la que contrastan los bloques de pisos de mediana altura con casas adosadas al estilo de pueblo; y con alguna alquería, conservada cual reliquia,  convertida en negocio hostelero.


El Bar Patraix es un establecimiento que cuenta con un local espacioso y con una terraza exterior de carpa que da a la amplia plaza. Los Buidaolles prefirieron, como de costumbre, entrar al interior; pues la temperatura de ese cálido día aumentaba considerablemente con el efecto invernadero que se suele producir bajo la carpa. Un interior que no aporta nada en estilo ni en confort; seguramente habrán transcurrido décadas sin apenas un cambio en su estética. Ni siquiera las vigas del techo son reales, pues, imitando a madera vieja, forman ese trampantojo de corcho pintado, que no deja de darle al local un aspecto cutre e impersonal, sin llegar a representar a un bar moderno ni a las tabernas que en otra época pudo haber en la zona. 

En cuanto a sus productos, tampoco se puede decir que el Bar Patraix destaque por su calidad y variedad: pan poco reciente, sin llegar a ser correoso ni duro; frituras escasas; pocas guarniciones y un tanto desabridas… Como algo distinto a lo que otros establecimientos ofrecen, podemos destacar las albóndigas en salsa. También ofrece algo de bollería, para quien quiera desayunar en lugar de almorzar. En
cuanto al precio, se puede decir que este es aceptable

Todo esto, en una mañana en la que era recurrente hablar en la tertulia del conflicto catalán, pues a pesar de que siempre se evita tratar temas de política y de religión, con el fin de no herir sensibilidades, y que un momento de relax llegue a convertirse en otro de tensión, la preocupación de todos era tanta, que, entre las risas, por las anécdotas contadas, y los lamentos, por el cariz que estaban tomando los acontecimientos, resultó inevitable no entrar en este espinoso asunto que tantos distanciamientos está originando.

            Pero también se habló de la actuación del día anterior de los incombustibles Rolling Stones, lo que constituía ya su concierto número 22 en suelo español, esta vez en Barcelona. Y siempre esperando que no sea la última, aunque debido a sus edades, ya sería un lujo si volvieran de nuevo.

            En una semana en la que Hugh Marston Hefner nos abandonaba. El personaje carismático e icono de la revolución sexual, precursor del erotismo y patriarca del imperio Playboy, nos dejaba a los 91 años de edad.

            También se estuvo hablando de la dudosa calidad de las aguas de Valencia y de la necesidad de poner algún descalcificador doméstico.

            Debates, anécdotas y risas son la mejor terapia para superar todo tipo de conflictos en armonía y buen humor.


José González Fernández

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