domingo, 17 de septiembre de 2017

Bodega-Bar Flor, “El Cabañal” Valencia (15-09-2017)








        Por fin llega a nuestra ciudad esa brisa de la fresca mañana que te invita a pasear percibiendo el aroma que flota en el aire; cuando empiezan a caer las primeras gotas de lluvia después de un duro y seco estío. El olor que nos transportaba a otro tiempo, a otros lugares... algo que nos anunciaba la cercanía del deseado otoño.

       El aire de poniente transportaba desde el interior los cirrocúmulos que cubrían el cielo de la ciudad del Turia, cuando Los Dalton Buidaolles se dirigían al barrio de El Cabañal a cumplir con su costumbre semanal. Este viernes tocaba la Bodega Bar Flor, en la calle Martí Grajales, 21, frente a uno de los mercados de abastos más importantes de la ciudad.  El mercado de lo que en su día fue un poblado pesquero; ahora un barrio que, como ya comentamos en capítulos anteriores, estuvo a punto de ser demolido. La calle Martí Grajales se identifica más con la gran ciudad que con el propio barrio, tal vez por su anchura y sus construcciones, tal vez por la tipología de su población; probablemente de un nivel económico algo superior a la de las angostas callejuelas de ruinosas viviendas. Un barrio, en su día, condenado a muerte por inanición, pero que ni los políticos ni los especuladores inmobiliarios consiguieron acabar con su vida: sus costumbres, sus tradiciones… su cultura. Una cultura ancestral que se encuentra reflejada en la propia Bodega Bar Flor; fundada en 1893 por José Flor, como puede leerse en su vetusto botellero. Aquí; al igual que en tantos otros bares, bodegas, tabernas o mesones del barrio, se está revitalizando el tradicional esmorzaret. 

     
  En este establecimiento se pueden degustar una importante variedad de productos, en especial los frutos del mar, dada su proximidad al litoral y al propio mercado. Una curiosidad, que le distingue de otros locales, es la forma de servir el bocadillo, liado en una servilleta blanca de papel, algo que recuerda, a los más mayores, aquellas naranjas que también vendían envueltas cual producto de regalo. No obstante, si hubiera que destacar algún aspecto negativo, tendríamos que hablar del precio: sin llegar a ser elevado, es superior al de otros establecimientos de la zona que lo ajustan a las situaciones de crisis y nivel económico de sus residentes. También es técnicamente mejorable el cremaet, pues daba toda la impresión que este había sido recalentado; cuando, en realidad, la calidad del producto se potencia al tomarlo inmediatamente después de ser quemado el alcohol en el propio vaso.

     Una mañana en la que el principal tema de conversación fue el suceso ocurrido en Ruzafa: Un psicópata asesino se da cita con su víctima – un peluquero - a través de una de esas aplicaciones de encuentros amorosos. En la vivienda, que el ex presidiario de origen sueco tenía alquilada en la fallera calle Sueca, es donde este da muerte a su víctima, descuartizando su cuerpo y transportándolo en maletas hasta diversos contenedores de basura. Al día siguiente, cuando la policía se dirigió a su domicilio, al pedirle que se identificara, este sacó un cuchillo y se lo clavó en el corazón a uno de los dos policías, momento en que el otro agente, con su arma reglamentaria, abatió a tiros al agresor en el mismo portal de su finca.

     
Este y otros temas son objeto de tertulia en la templada mañana de un mes septiembre, en el que se inicia el año escolar que supone la puesta a cero del contador ocupacional, tanto para alumnos como para profesores. Un mes en el que comienzan a desnudarse los árboles, a taparse las piernas de los hombres y los escotes de las mujeres. Pero como casi todos los años, el verano volverá a dar sus últimos coletazos allá por San Miguel, en el que serán frecuentadas de nuevo las playas de esta cálida y luminosa ciudad.

José González Fernández

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puedes realizar aquí tu comentario