viernes, 20 de diciembre de 2019

Bar-restaurante Casa Montes, Plaza del Obispo Amigo, 5, Valencia (20-12-2019)




            La suave brisa procedente del sur no impedía al malabarista del semáforo realizar su breve espectáculo en la nublada mañana, cuando el tráfico era intenso en la hora punta. Aquel día en el que el calendario estaba a punto de saludar a la estación invernal, la temperatura más bien parecía situarnos en una cálida mañana estival, y sólo sería el preámbulo de un inicio de la Navidad a pleno sol y con temperaturas por encima de la media habitual para estas fechas.

         
   Un día que iba a ser completo para Los Dalton Buidaolles, pues por la mañana almorzarían, como de costumbre en viernes, y por la noche acudirían también a la tradicional cena con otros compañeros del instituto.


            El Bar-restaurante Casa Montes se encuentra en la plaza del Obispo Amigo, 5, en pleno corazón de la ciudad, muy próximo al centro neurálgico de la misma, en una zona de una alta densidad de población. Su antigüedad se remonta a las postrimerías de la Guerra Civil española; ha pasado de padres a hijos, y en la actualidad es hábilmente regentado por el nieto del fundador: una persona dinámica y de trato agradable, que ha sabido elevar la tradición del esmorzaret a lo más alto del ranking culinario de la restauración en la Comunidad Valenciana, no en vano ha obtenido, este mismo año, el premio del «cacau d’or»:  máximo galardón que se otorga a los establecimientos con mejor almuerzo.

           

           
Casa Montes ofrece una amplia oferta de productos, con su toque de originalidad en la presentación y emplatado, lo que marca la diferencia si se compara con lo que ofrecen otros locales: una tortilla de la casa con morcilla, jamón y cebolla, entre un pan de «masa madre» al estilo gallego; de un crujiente y suavidad que facilita al máximo la deglución. Todo ello, sobre un papel que imita a las hojas de periódico en las que antaño se servía el bocadillo de «sobaquillo» a los clientes.

            Las manitas de cerdo en salsa es otro de los productos que podemos degustar en el almuerzo, con esa salsa gelatinosa que invita a mojar hasta la última sopa de pan que quede en el plato.

           
            Pero si hay algo que debamos destacar con cinco estrellas en este establecimiento es su magnífico cremaet; tal vez el mejor de los degustados hasta el momento. Ese equilibrio perfecto entre el contenido alcohólico, el café, la temperatura, la canela, el azúcar y el limón; sin que destaque en exceso ninguno de sus componentes, hace de esta bebida en Casa Montes un elixir casi digno de dioses. No en vano, muchos son los personajes famosos, de una galería de fotos rotatoria, que aparecen en una pantalla degustando el cremaet, aunque solo se trate de imágenes de fotoshop. Además, la propia empresa ha querido hacerle un tributo, y lo muestra en un luminoso a la puerta del local.


            Por otra parte, Casa Montes -que no dispone de grandes dimensiones-, completa su aforo todos los días durante las 10 y las 11 horas. No obstante, las características de sus instalaciones –con madera en sus paredes y buen aislamiento- permite la tertulia sin interferencias sonoras procedentes de otras mesas. También resulta atractiva su decoración, con algún cuadro de autor y el botellero iluminado que, entre rejas, parece proteger a una guitarra española y a unas calabazas.


           
Era el lugar perfecto para la tertulia de Los Buidaolles, en el que, entre otros temas, ese día hablaban de la decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que concedía la inmunidad a Oriol Junqueras. Como siempre había quienes mostraban satisfacción y otros que mostraban su discrepancia. También se habló ese día de la diferencia entre economías liberales y economías progresistas: es decir, aquellas que reducen los impuestos a los empresarios y permiten ciertas libertades al capital privado con el fin de que se cree más empleo, y aquellas otras que intentan redistribuir la renta a través de la presión fiscal.


           



Todo esto en el que sería el almuerzo que festejaba no solo el fin de semana, también, el hecho de que las vacaciones de Navidad habían llegado.



Darío Navalperal



viernes, 13 de diciembre de 2019

Bar Groucho, C/ Abbén al Abbar, 18, Valencia (13-12-2019)


El viento del norte robaba cual ladrón el calor del cuerpo, y producía una sensación térmica muy inferior a la que marcaba el mercurio o los digitales dispositivos que nos orientan cada mañana en la elección de la cobertura corporal.




Aquella mañana del viernes 13, no necesariamente tendría por qué estar asociada a la película de terror, como tampoco lo estuvo aquella otra del viernes 13 de abril de 2018, cuando Los Daltón Buidaolles visitaron el Bar-restaurante Sabores de Durban. Eso sí, este viernes 13 de diciembre sería un almuerzo de película, o, mejor dicho, de películas; pues el Bar Groucho, como ya sugiere su nombre, no sólo es un tributo a los hermanos Marx, también a otros actores y directores de lo que se ha dado en llamar el séptimo arte; algo que conecta mucho con estos tragonzuelos Buidaolles que, de vez en cuando, cometen la osadía de hablar de cine y de otras artes.


El Bar Groucho se encuentra en la calle Abben al Abbar: nombre de un historiador y literato musulmán de la época de Al Ándalus, procedente de la familia yemenita establecida en Onda, ciudad perteneciente a la taifa de Valencia. El entorno en el que se encuentra el establecimiento es de una gran densidad de población, con angostas calles con numerosos locales dedicados a la restauración.


El Bar Groucho es un local pequeño pero acogedor, en el que se puede charlar sin que el exceso de decibelios impida oír la conversación. Su oferta gastronómica a la hora del almuerzo no es muy variada, aunque ofrece los típicos derivados del cerdo y algunos productos del mar como chipirones; eso sí, quien elige esto último, su almuerzo resulta algo más caro. Otro inconveniente aquí es la ausencia del típico cremaet, por lo que queda descartado como el lugar típico del esmorzaret.



No obstante, el Bar Groucho es un tributo a esas inmortales películas que forman parte de la historia del cine. Carteles de películas tales como «Senderos de Gloria» o «Lolita», entre otros, decoran las paredes de este local que propician la charla de Los Buidaolles en uno de sus temas favoritos.

Aquel día también se hablaba en todas las tertulias de Greta Thumberg, la joven activista medioambiental sueca que había conseguido millones de seguidores en las redes sociales, y grandes movilizaciones para que los gobiernos tomen medidas urgentes para evitar las emisiones de co2 que propician el cambio climático. Sin lugar a dudas, los movimientos de masas que esta chica estaba originando, unos lo veían como algo digno de admiración y otros como un producto de una puesta en escena o producto de marketing; no en vano, Greta es hija y nieta de personas relacionadas con el mundo del espectáculo.



Un frío viernes 13 en el que resulta confortable para los Buidaolles permanecer en aquel recinto de poco aforo pero que propiciaba la tertulia y transmitía muy buena energía de cara al fin de semana.

Darío Navalperal