«Vivir para contarla»
La brumosa mañana del viernes 20 de septiembre anunciaba chaparrón, uno más al final de aquel tórrido verano de 2019, en el que las fuerzas de la naturaleza en forma de dana (acrónimo cuyo significado es: “depresión aislada en niveles altos”, además de ser un homenaje al meteorólogo Francisco García Dana) habían azotado sin piedad a la costa levantina; inundando ciudades y cultivos, para dejar a su paso un número importante de damnificados.
El maltratado planeta azul, a causa de los gases de efecto invernadero, se suele vengar a veces de sus habitantes, sometiéndoles al cruel castigo —antes llamado «gota fría»—, y que se suele producir en los territorios cercanos al litoral y estuario de los ríos.
El maltratado planeta azul, a causa de los gases de efecto invernadero, se suele vengar a veces de sus habitantes, sometiéndoles al cruel castigo —antes llamado «gota fría»—, y que se suele producir en los territorios cercanos al litoral y estuario de los ríos.
El Bar-Restaurante Puerta del Mar hace honor a su nombre, y en él se pueden degustar los más diversos y frescos productos del mar, así como otros muchos procedentes de la huerta valenciana. Su decoración le da un aire de bodega o antiguo mesón y le convierten en un confortable establecimiento especializado en todo tipo de arroces y otros platos de la cocina tradicional valenciana, así como en el típico esmorzaret.
Gran variedad de productos para el bocadillo en un pan crujiente fácil de deglutir, con un organizadísimo servicio de atención rápida al cliente; pues solo has de llegar, coger un número que se corresponde con una mesa, y pedir en la barra la comanda. En pocos minutos te atienden a pesar de que la concurrencia complete el aforo: lo cual suele ser frecuente entre las 10 y las 11 de la mañana. El asequible precio incluye ese cremaet tan necesario cuando las frescas y húmedas mañanas hacen acto de presencia en la ciudad.
Un año más, un curso más, una semana más… aquí estamos, para narrar ese epicúreo momento que nos permite compartir la amistad y disfrutar de esas ambrosías que ofrecen los buenos templos gastronómicos.
Continuaremos narrando siempre que el tiempo y la salud no lo impida, dando fe de la realidad tal y como la percibimos. Porque, como decía Gabriel García Márquez en su novela autobiográfica «Vivir para contarla», la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y como la recuerda para contarla.
«Darío Navalperal»
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