sábado, 20 de enero de 2018

Bar-restarurante Manicomi, C/ Beato Nicolás Factor, 18, Valencia. (19-01-2018)

El sol lucía con todo su esplendor e invitaba a pasear a pie o en bici la mañana del día 19 de enero, cuando Los Dalton Buidaolles visitaban un nuevo establecimiento, en el distrito de Jesús, a la hora del esmorzaret. Nuevo, por ser la primera vez que lo frecuentaban, nuevo, porque solo llevaba algo más de un mes abierto.



            El distrito de Jesús es el nombre que recibe una zona muy poblada al suroeste de la ciudad, formada por diversos barrios e integrada dentro del casco urbano. Toma su nombre de la Iglesia de Santa María de Jesús y del convento anexo, aunque esta se encuentra, por escasos metros, dentro del distrito de Patraix.



            El Bar-restaurante Manicomi es un lugar especial, distinto a cualquier otro bar, tasca o mesón de los hasta el momento visitados. Su originalidad parte de su propio nombre, pues de todos los lugareños es conocido el antiguo manicomio que se encontraba en la zona, junto a la iglesia y convento; aún permanecen parte de sus instalaciones en estado ruinoso, y alguna zona rehabilitada y convertida en centro de salud y otros organismos públicos. El sanatorio psiquiátrico provincial fue fundado por el Padre Jofré, de quien tomó su nombre, en el año 1.409; el más antiguo del mundo según el diario El País.



            ¿Qué decir del Bar-restaurante Manicomi? Ningún lugar de los visitados hasta el momento se parece a este. No busquen aquí la típica taberna de huertanos o pescadores que durante lustros se abarrota en horas punta de almuerzos y otros festejos gastronómicos. El clima acogedor de Manicomi se produce por su música ambiental suave y relajada - fundamentalmente de jazz-, y su decoración con motivos también musicales.   Lugar para charlar, para leer mientras esperas o, simplemente, para recibir ese alimento del alma que es la música. Un sitio que enganchó, nada más entrar, a Los Buidaolles; tan amantes y seguidores de la buena música. Un local ideal para relajarse; para calmar esa vida loca que llevamos, sin darnos cuenta, con el pulso de lo cotidiano.



            Pero Manicomi es algo más. El toque elaborado de sus productos, también marca la diferencia con respecto a otros establecimientos; aquí la cantidad no es lo importante, pues su cocina se centra más en la calidad, en el detalle, en la presentación, en distinguir sus productos con respecto a otros de la competencia… Todo esto es lo que hace que el eslogan que pone en el rótulo de la entrada: “bojos pel menjar”, se convierta en un axioma que hace honor a la realidad.  Los Buidaolles tuvieron la oportunidad de degustar su espectacular bocadillo de la casa. Una autentica locura; no por el tamaño, sí por la extravagancia de su mezcla. ¿Quién podría pensar que el maridaje de calamares a la romana con morcilla iba a resultar tan explosivo? Esos paladares tan refinados que nunca se atreven a comer a la vez carne y pescado, podrían quedar casi extasiados al experimentar las sensaciones que ese producto, tan maltratado como la morcilla, es capaz de crear cuando se combina con el crujiente calamar rebozado. Como ya se dijo en su momento: la morcilla ¡gran señora! digna de veneración, ilustre y rica, pero si la traidora pica o se repite, ya no es tan bien recibida. En este caso, acompañada por una salsa rosa – en contrapunto al tradicional all i olli – le daba un toque especial a un bocadillo de pan blando recién hecho, al estilo del famoso Mollete de Antequera.



            La prestancia y dedicación se manifiesta también, en este templo del buen yantar, en la elaboración de su cremaet. La canela en rama, el café, el limón, el ron…se perciben por separado en su justo punto de calor, color y sabor. No en vano podemos observar aquí en esta foto cómo se quema el alcohol en el acto, lo que le da al producto su toque de calidad al ser reciente.



            Otros detalles de este establecimiento son: el obsequio de un chupito o una galleta para el café o cremaet, o, simplemente, el hecho de que el cocinero salga a interesarse por nuestro grado de satisfacción.








            ¿Quién se atrevió a decir que Los Dalton Buidaolles eran una sociedad gastronómica exclusiva de hombres? Aquí podemos ver en esta foto que no es cierto, pues en el almuerzo de este día podemos observar la grata presencia de una compañera, quien también se quiso unir por unos momentos, a la habitual tertulia en la que, ese día, abundaban más las bromas y las risas que los temas de reflexión.






            Un día más, un viernes más… en un lugar original e insólito de los que, en ocasiones, esta ciudad puede sorprenderte, sin necesidad de buscar establecimientos de gran renombre o con estrellas michelín.





 
 José González Fernández

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