El viento del noroeste
barría la costa levantina robando el calor del cuerpo a los viandantes
matutinos, cuando, en el interior de la Península, el invierno parecía dar los
últimos coletazos obsequiando a las cumbres más altas con el gélido manto
blanco. Los cirrocúmulos viajaban a gran velocidad impulsados por el dios Eolo
produciendo constantes sobra-luces y candilazos.
En la mañana del día 6 de marzo, Los Dalton Buidaolles se
dieron cita en el Bar La Cantonà: un local que se encuentra en el barrio de
Benimaclet de la capital del Turia. El nombre –que en valenciano significa
esquina- ya nos ofrece una orientación de dónde se encuentra. También nos hace
recordar al jugador de futbol de la Selección Francesa, del Olimpique de Lyon y
del Manchester United, Eric Cantona; que destacó en los años ochenta y noventa
en el futbol. Sin embargo, por lo que más se le recuerda es por su patada
voladora de kung-fú a un espectador que, en la grada, le estaba increpando.
La Cantonà es un local de reducido
aforo y amplia terraza que se encuentra en una zona de alta densidad de
población. La acumulación de mesas, en el reducido recinto interior, origina
dificultades de movilidad, tanto para personas con discapacidades físicas como
para quienes no tienen estos problemas; a menudo los comensales obstruyen el
paso de otros clientes y del propio camarero. Además, la pésima acústica del
local dificulta la conversación, y su falta de confort no invita a
permanecer
mucho tiempo en el mismo: es obvio que sea así, se trata de un lugar que sirve
para cubrir las necesidades de supervivencia de quienes han de llenar la
andorga lo más pronto posible y volver rápido a su trabajo. No obstante, a pesar
de estos inconvenientes, El bar La Cantonà nos ofrece para el almuerzo amplia
variedad de productos a muy buen precio. Su carta nos muestra bocadillos,
identificados con su nombre propio, tales como: Dorita (queso, bacon, cebolla
pochada y sobrasada) Chivito (lechuga, tomate, queso, bacon, huevo frito y
mahonesa) Brascada (jamón serrano, ternera y cebolla pochada) Cantonà (lomo,
queso y tomate restregado) El Español (tortilla de patatas)…y otros nueve más,
en los que se combinan productos cárnicos con otros de la tierra. Una
característica de este establecimiento es que te ofrecen patatas fritas de
bolsa y cacahuetes -lo que se le suele llamar «gasto»- en un cazo de los que en otra época se utilizaban como
menaje de cocina.
El precio del almuerzo varía en dos
euros si se acompaña con cremaet o si se toma café o infusión. Un cremaet en el
que el alcohol se nota mucho y más parece un carajillo, sin embargo, destacamos
en positivo el detalle de la casa de acompañar todos los cafés e infusiones con
una galleta, para que los más golosos puedan poner un broche de dulzura a su
esmorzaret.
En la tertulia de Los Buidaolles se habló ese día de las
compras a través de ese portal llamado «eBay»,
y de las pujas se suelen hacer en subastas para conseguir determinados
artículos de coleccionista. Un miembro del grupo se hubo de ausentar durante el
almuerzo para pujar, desde su domicilio, por unas antiguas revistas de su
interés. Hubo también quien, con su sarcasmo habitual, se mofaba diciendo que
esas revistas usadas suelen venir manchadas de aceite o con el típico moco seco,
de anteriores propietarios, adherido a sus páginas interiores.
También se comentó en la tertulia el escándalo desatado
por la supuesta donación del rey emérito, Juan Carlos I a su amante Corinna, de
la cantidad de 65 millones de euros; según comunicado de su abogado, el rey lo
hizo por el cariño que sentía hacia Corinna y su hijo. Al parecer, el «donativo» fue realizado a través de una
fundación panameña a otra cuenta que Corinna tiene en un banco suizo con sede
en Las Bahamas.
Se habló -como solía ser ya habitual- de música, pues uno de los allí
presentes había estado la noche anterior en un concierto, que el gran músico de
jazz Chick Corea había dado en la ciudad de Valencia.
De todo esto y muchas cosas más se habló en aquel día en
el que ya las mascletàs falleras comenzaban su atronador y musical repiqueteo,
anunciando que la fiesta del arte efímero estaba ya muy próxima.
Darío Navalperal