Aquella mañana de calma, después de la tempestad, hacía lucir un espléndido sol que se colaba, como un ladrón, por la rendija de la ventana, y robaba esos últimos minutos de sueño a los más perezosos, antes de incorporarse a su jornada habitual en el aquel otoñal viernes del mes de octubre. Unos fulgurantes rayos que, lejos de molestar, se recibían con regocijo después de aquella nueva dana que, una vez más, había azotado las costas levantinas.
Los Dalton Buidaolles se disponían ese día a visitar el Bar Sant Roc de Sedaví, municipio de la Huerta Sur, que destaca por el sector terciario o comercial y por la industria del mueble.
En el coloquio del día era recurrente la exhumación del día anterior de los restos mortales del dictador Francisco Franco, por decisión del partido en el Gobierno y con la sentencia favorable del Tribunal Supremo. Un tema muy espinoso que había levantado ampollas tanto en los partidarios de la extracción como en los detractores de la misma. Una maniobra del partido socialista que muchos consideraban electoralista en aquellos momentos previos a las elecciones generales que se celebrarían el10 de noviembre.
Otro tema de ese día era la actuación en Valencia, en la sala 16 Toneladas del grupo californiano Dawes, de gira durante esos días por España. Una banda de folk-rock que nos recuerda los sonidos de la Costa-Oeste estadounidense y a grupos tales como Crosby, Stills & Nash o a Neil Young.
La noche de aquel día, Los Buidaolles se habían dado cita de nuevo a las 9 para cenar, antes de asistir al mencionado concierto de Dawes, y rematar así la semana laboral con esa otra pasión que, para la mayoría de ellos, es la música.
Darío Navalperal