“Julio el abrasador” se estaba dejando
notar con temperaturas que superaban los 35 grados a la sombra, y una sensación
térmica que, en el litoral, se incrementaba debido a la humedad en el ambiente. La brisa del mar era más perceptible en esta
época estival e invitaba a zambullirse entre las olas o, simplemente, a tostarse
sobre la fina arena de los muchos kilómetros de playa que acarician la Ciudad
del Turia. Pero ese día, precisamente, Los Dalton Buidaolles no habían elegido
ningún garito playero para degustar su habitual esmorzaret. Además, no
coincidía con el consuetudinario día de la semana en el que solían reunirse
para tal menesterosa, a la vez que placentera, actividad.
Se habían dado cita
esta vez en un número que batía el record de asistencia. Un total de 19
comensales habían acudido a aquella cita, entre los que se contaban a los
frecuentes y esporádicos; a los “sin
límite” y a los de control dietético… y, sobre todo, al amplio y nutrido grupo
en el que, una vez más, se habían integrado algunas chicas; compañeras de
fatigas, penas y alegrías, en este final del curso académico. Sería,
por lo tanto, el último almuerzo del curso. Por medio quedaría el estío hasta que,
el mes de septiembre, volviera a llenar las aulas con nuevas generaciones de
mujeres y hombres interesados en formarse para una profesión específica.
Algunos de los que allí se encontraban, tenían claro que volverían de nuevo al
mismo Centro, mientras otros aún no sabían qué les depararía el porvenir y los
designios de La Consellería. Todos, incluyendo a los sexagenarios jubilados,
deseaban volver a encontrarse de nuevo en el Ausiàs March para revivir las
lúdico-gastronómicas-culturales jornadas en torno a una mesa.
Esta
vez el lugar elegido fue Chirivella, municipio perteneciente a la Huerta-Oeste
del área metropolitana de Valencia. Su término municipal quedó dividido como
consecuencia de la construcción del nuevo cauce del río Turia, y ello originó
que algún barrio –como el de La Luz- formara una conurbación con la Capital.
Como
la mayoría de los municipios del cinturón industrial y comercial de Valencia,
su historia se remonta a la época de la reconquista, aunque en este caso se han
encontrado restos de construcciones romanas tales como: canalizaciones,
calzadas o de columnas. Su toponimia deriva del latín Silvella, que significa “bosquecillo”.
En
la actualidad Chirivella vive del sector servicios en un 60%, no en vano, en el
propio barrio de La Luz se encuentra el Centro Comercial Gran Turia, que da
empleo a un gran número de
chirivellenses.
Pero como el día era especial,
también quisieron que el almuerzo lo fuera, y en lugar de pedir los bocadillos
de costumbre, optaron por algunas raciones en el Mesón de la Tapa Chisquetes,
de la calle Andrés Segovia, nº 19 de Chirivella, un local que está respaldado
por su buena crítica en general y la alta puntuación que le otorgan sus
visitantes. Sin embargo, no satisfizo a algunos de Los Buidaolles; sobre todo a
la hora de pagar la cuenta. Es cierto que el producto servido tiene un precio
de mercado superior a lo que habitualmente se suele poner en el bocadillo, y
que también se pidió el postre especial de la casa, pero, aún así, resultó algo
caro.
Debemos destacar la calidad de su fritura de pescado, así como sus gambones
de gran tamaño. No podemos decir lo mismo de sus croquetas, las cuales distan
mucho de parecerse a las de otros establecimientos como, por ejemplo, las que
ponen en el Bar Plaza, ya mencionadas en una crónica anterior. No obstante, es de alabar la calidad de su
vino turbio; en las copas de loza que se suele servir el vino gallego.
Cabe hablar también del sabroso pan de la casa: una tosta de tomate
con all i olli que convierte al pan en elemento solista y no de acompañamiento.
Por último, mencionar los suculentos
postres de helado de turrón servidos sobre una base de pudin de flan y
bizcocho, adornado con nata y azúcar líquida que, aunque fueran de bote, no le
quitaban valor culinario al producto final.
Sin embargo, el servicio fue algo
lento; no parecía que el personal estuviera preparado para atender, de buena
mañana, a un contingente de 19 comensales con tan buen saque. No obstante, se
debe valorar el amplio local con varias salas y terraza exterior y, sobre todo,
la posibilidad de buen aparcamiento gratuito dentro del parking del Centro
Comercial Gran Turia, algo que cada día se echa más en falta, tanto en la
Ciudad como en las poblaciones aledañas.
En general, a este
establecimiento se le podría poner una buena nota si no fuera porque su precio
superó todas las previsiones, en comparación con otros ya visitados.
Los temas del día estaban
referidos a la eliminación de la Selección Española de Futbol en el mundial de
Rusia, así como a la elección en las primarias del nuevo líder del PP y
candidato en elecciones generales a la presidencia del Gobierno de la Nación.
Pero por algunos sectores de la mesa se habló de los comportamientos diferentes
entre hombres y mujeres a la hora de hablar de sí mismos o de su vida privada;
pues el hermetismo de la mayoría de los hombres, en cuanto a su intimidad se
refiere, nada tiene que ver con la necesidad que la mayoría de la mujeres tienen
de compartir entre ellas todos sus sentimientos, alegrías o problemas.
Por el otro extremo de la mesa
se habló de las fobias ante las visitas al dentista o de los juegos de mesa
tales como el Catán, que consiste en construir, sobre un tablero, pueblos
ciudades y caminos. O el Agrícola, en el que cada jugador crea una familia en
una granja con ganado, e intentará sobrevivir. También el de Dixit; cuya
locución latina significa decir o contar, en el que un narrador dirá los datos
que aparezcan en una carta, la cual otros jugadores tendrán que averiguar.
Todo esto ocurrió en aquel último
día del curso escolar; con ese sabor agridulce de la alegría, por una parte,
porque llegaban las vacaciones, pero con una cierta dosis de tristeza, por la
incertidumbre de no saber si algunos compañeros o compañeras volverían el
próximo curso. Porque lo importante no era “volver
a verles” en algún lugar, en alguna parte… lo importante era “verles volver” a su actividad académica
en el Ausiàs March.
Darío Navalperal