Bar Hermanos Haro (El Cabañal-Cañamelar) 31-03-2017
¿Qué tendrá ese distrito de los Poblados Marítimos que una y
otra vez les hace volver a Los Dalton Buidaolles? Este último día del mes de
marzo iban a ser reincidentes en el mítico barrio de El Cabañal-Cañamelar. Tal
vez por su sabor a pueblo, por su aroma a mar, por su belleza anárquica y
decadente o, simplemente, por sus tascas; en las que almorzar es comer para
todo el día.
Una comisión fallera es una agrupación de personas que
patrocinan una falla y que tiene una vigencia anual. Se disuelve siempre
después de la cremà, y se vuelve a constituir otra de nuevo, en la que se
nombran los nuevos cargos; quienes serán los responsables de la organización de
festejos y actividades que se realizarán durante todo el año: verbenas, teatro,
recaudación de dinero para el coste del monumento fallero, etc. Su estructura
es muy jerarquizada: presidente, vicepresidente, tesorero, secretario y jefes
de área. El casal es el ecosistema donde
se mueve todo lo concerniente a la comisión de la falla; sede social y local de
reuniones y actos lúdicos.
En ese espacio tan selecto para quienes viven de lleno cada
año la aventura de contribuir con el arte efímero, con la fiesta, con la
pasión, con el recuerdo, con la nostalgia… en uno de esos templos sagrados,
colocó Roberto a los Buidaolles. ¿Pero quién es Roberto? Roberto es el dueño del negocio, el cocinero,
el camarero, el encargado de las relaciones públicas… todo en uno. Un personaje,
pequeño, calvo y regordete, que se ríe de su propia sombra y comparte su
ocurrente humor con todo el que le rodea. Con sólo darle pie en cualquier tema,
él es capaz de hacer un monólogo cargado de sutileza irónica e improvisación.
Porque Roberto improvisa no sólo en su circunloquio humorístico, también en las
situaciones que el día a día le presenta su trabajo de hostelería. En el
momento en que le preguntaron los Dalton por los productos que había para
almorzar, él contestó:
-
No os preocupéis os voy a poner de todo. Sólo decirme la bebida, de
lo demás ya me encargo yo.
Como en todas las reuniones de Los Dalton Buidaolles,
también ese día hubo tertulia, y los temas tratados estuvieron relacionados con
la música; seguidores y detractores de determinados cantantes que han aportado
algo y otros que, a pesar de su fama, no han llegado a contribuir en nada a
esta sagrada y compartida afición. También se discutió sobre tauromaquia; con
la opinión de los protectores de los animales, - que lo entienden como una
crueldad - contraria a quienes defienden el toreo: como un arte, como un
negocio… y preconizan la pervivencia del mismo para que no se extinga la
especie del toro bravo.
El humor: la mejor energía para cargar las pilas, el mejor
antídoto contra la depresión. Una manera de enjuiciar las situaciones con
cierto distanciamiento ingenioso y burlón, producto de la comicidad, que consigue
hacer reír a la gente y que, por un momento, se olviden de las preocupaciones,
sin llegar a coincidir plenamente con el pensamiento de Nietzsche: “El hombre sufre tan terriblemente en el
mundo, que se ha visto obligado a inventar la risa”.
José
González Fernández